Adaptación de asignaturas bajo enfoques bimodales. El caso de la Universidad Nacional de Quilmes
Adaptation of subjects under bimodal approaches. The case of the National University of Quilmes
Ariel Gustavo Di StéfanoEl siguiente trabajo hace hincapié en la propuesta de aplicación de modelos de dictado de clases más “flexible” para asignaturas pertenecientes a las Carreras de modalidad presencial de la Universidad Nacional de Quilmes.
Si bien el dictado de las asignaturas en la modalidad presencial es satisfactorio, con la inclusión de dispositivos tecnológicos1 en su dictado, puede demostrarse que las materias son adaptables a una modalidad de dictado que contenga a la vez, clases, medios y recursos de la modalidad Virtual.
Previamente, se realiza un recorrido por los ejes que se creen centrales para el desarrollo de esta alternativa al modelo tradicional de educar, modelo que se denomina bimodal. Aunque ya es un término de uso frecuente, las diversas definiciones provistas por distintos autores tienen sus particularidades. Sin embargo, todos coinciden en que es un tipo de aprendizaje mezclado, mixto, más flexible, y que integra mejor los recursos tanto de la modalidad presencial como los de la virtual, para ser aplicados en un solo modelo.
En síntesis, este trabajo intenta ser un aporte constructivo para una mejora en la aplicación de los recursos tecnológicos con que se cuentan en la universidad, para el desarrollo posterior de materias teórico – prácticas.
1 Se hace referencia a dispositivos tecnológicos para abarcar todo proceso educativo (modelo, prácticas, herramientas, etc.), que tenga como objetivo conseguir un aprendizaje significativo por medio de la utilización de algún aparato tecnológico.
This work emphasizes the application of more flexible "class" delivery models for students belonging to face-to-face courses at Quilmes National University.
Although class delivery in the face-to-face modality is satisfactory, the inclusion of technological devices2 in the classroom made it feasible to adapt subjects to a modality delivery which contains virtual content, means and resources at the same time.
First of all, the development of the bimodality alternative to the traditional model of education is carefully analyzed. Although “bimodality” is already a frequently used term, the various definitions provided by different authors display their own particularities. However, all these definitions agree that it is a type of mixed learning, more flexible and which better integrates resources coming from both face-to-face and virtual modes to be applied in a single model.
Summarizing, this work tries to become a constructive contribution for an improvement in the application of the technological resources belonging to the university, for a later development of virtual theoretical and practical subjects.
2 It refers to technological devices to cover any educational process (model, practices, tools, etc.) that aims to achieve meaningful learning by means of The use of a technological device.
Buscar describir una propuesta de trabajo para el dictado de materias que enriquezca el método tradicional educativo con la utilización de Entornos Virtuales de Aprendizaje3, promoviendo y fortaleciendo una cultura de la revisión crítica de los saberes y una mejora en la utilización de los recursos tecnológicos en la modalidad presencial con miras a la bimodalidad. Vincular de manera teórica y práctica en un EVA la formación superior, fomentando así la utilización de los espacios tanto presencial como “virtual” para llevar adelante el proceso de Educar, es una política curricular que se viene implementando en la Universidad Nacional de Quilmes4 para, entre otras cosas, incluir tanto a los estudiantes como a los docentes en un espacio de aprendizaje autónomo, activo y colaborativo.
Desde 1999, la UNQ, por medio de la articulación de medidas llevadas adelante por su Secretaría Académica y la Secretaría de Educación Virtual, ha llevado adelante un proceso de “virtualización” o búsqueda de un modelo “bimodal5” para sus carreras que eran dictadas en su totalidad de manera presencial, como así también, en un fortalecimiento en la capacitación de su cuerpo docente sobre el uso de herramientas con que cuentan para el armado y apoyo de sus clases, en resumidas palabras, la incorporación y utilización de tecnologías repensando el modelo pedagógico existente.
Es así como se han introducido dispositivos tecnológicos en casi todas las materias que conforman las carreras de la universidad y, en otros casos, se ha optado por impartir cursos que anteriormente se dictaban dos veces a la semana de manera presencial, bajo un nuevo formato de una clase presencial y una clase a través de un aula virtual, lo que podría interpretarse como una forma “flexible, mixta, híbrida, mediada, integrada o mezclada” entre el modelo de educación tradicional y el modelo de educación virtual. Por mencionar un ejemplo, en las carreras de más reciente creación del Departamento de Economía y Administración (como ser la Licenciatura en Economía del Desarrollo y la Licenciatura en Gestión de Recursos Humanos y Relaciones Laborales), solo en el año 2019, en el ciclo superior de dichas carreras, se han ofertado para ser dictadas de manera semipresencial o con aula de apoyo, igual o el doble de materias que en forma presencial.
En la UNQ, se comenzó con la utilización y aplicación de videos tomados de diversos reservorios en las clases presenciales, la realización y exposición de contenidos por medio de presentaciones en power point, grabaciones de audios para las asignaturas pertenecientes a las lenguas extranjeras, hasta llegar a la realización de videos propios y transmisiones en vivo que luego fueron incorporadas en el interior del aula virtual, para que la comunicación con el estudiante de dicha modalidad, no sea solamente por medio de texto escrito y para que la tecnología tome su rol mediador en este modelo.
La universidad muta constantemente. No desplaza ni reemplaza una forma de aprendizaje por otra sino, que se adecua a los tiempos que corren buscando obtener el mayor rédito y el más alto beneficio de las tecnologías puestas al servicio de la educación y toda la comunidad que la integra. En cuanto a este proceso Salinas (2005), indica:
En las circunstancias actuales las universidades han de plantear estos modelos en el contexto de los cambios necesarios en el aula convencional, pero también desde una perspectiva flexible atender a las personas que necesitan formación a lo largo de la vida, explorando cómo la tecnología puede contribuir a implicar y apoyar a los alumnos en contextos, culturas y programas múltiples (p.1).
El desarrollo y puesta en marcha de esta propuesta de trabajo, sigue esta línea e intenta ir más lejos, buscando llegar con el modelo bimodal a materias (o carreras) en las que aún no se han introducido por completo las tecnologías, o como es nuestro caso, el aula virtual en busca de una flexibilización educativa. Villar (2016) afirma:
El ingreso de las nuevas tecnologías en la enseñanza universitaria llegó para quedarse y modificar o resignificar viejas pautas y prácticas arraigadas. No viene a reemplazar a la universidad presencial sino que la enriquece y complementa, abriendo nuevos horizontes, ampliando y democratizando las posibilidades del acceso a la Educación Superior (p.32).
A partir de lo indicado previamente, la aplicación de un modelo del tipo bimodal, impulsa una alternativa estratégica para la mejora en el dictado de las asignaturas.
3 EVA de aquí en adelante.
4 UNQ de aquí en adelante
5 Dabat (2016) indica que “Englobamos en la Bimodalidad la construcción de un modelo de gestión académica, propio de las universidades bimodales, y los beneficios de la combinación de recursos pedagógicos propios de la presencialidad con los de la virtualidad, para mejorar la enseñanza” (p.24).
Implementar un proyecto que tome lo mejor del modelo educativo tradicional y del de formación a distancia, virtual, mediada por dispositivos tecnológicos, no deja de lado que se apunta a un tipo de educación bimodal, buscando por intermedio del mismo poder contribuir a una mejor distribución de los conocimientos, a la búsqueda de un trabajo más colaborativo y finalmente, a la retención de los estudiantes durante el cursado sin perder por la implementación de las mismas, la calidad educativa.
Guillermo Tamarit6(2016) en el prólogo del tercer libro de la colección Ideas de Educación Virtual, fruto de las experiencias presentadas en el Primer Encuentro de articulación de modalidades: La Universidad Bimodal y Encuentro regional Quilmes AIESAD 2015, Bimodalidad: Articulación y Convergencia en la Educación Superior, manifiesta:
La incorporación de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) a los procesos educativos dio lugar a la emergencia de la Bimodalidad, un proceso que significa un cambio paradigmático en la formación. En esencia, proporciona un equilibrio entre la flexibilidad e interactividad signada por la tecnología (p.13).
Llevar adelante un trabajo sincronizado del aula presencial con el del aula virtual, en las que se dictan los cursos en la UNQ, buscando con esto una aceptación, internalización y naturalización del proceso de aprendizaje, es toda una experiencia que en principio debe organizar varios criterios del proceso pedagógico.
Plan de trabajo, programa, materiales, comunidad educativa, todas son variables a tener presentes, pero la labor desde la presencialidad que se espera lleve adelante el docente y la flexibilidad que le provee el desarrollo de actividades en el aula virtual con toda la maquinaria que pone a su disposición, harán de este proceso algo “amigable” para el estudiante ya que es él quien vive a diario rodeado de estas tecnologías.
Las TIC, además de integrarse como un importante medio de apoyo en los cursos presenciales serían las encargadas de mediar en los desarrollos de enseñanza a distancia; y de esta manera, realizar un importante aporte de información y recursos pedagógicos que permitan una mejor calidad en el proceso de educar como elemento esencial para la relación entre profesor y estudiante.
Desaprovechar las ventajas que aportan las TIC, cayendo en el desprestigio de las mismas y pensando en una pérdida de calidad del proceso educativo, sería negar este y, de alguna manera, privar al estudiante de los beneficios que las TIC traen aparejados para su desarrollo futuro. Al fin de cuentas, la utilización de herramientas para la realización de actividades, las que promueven y colaboran con el alcance del conocimiento, dan como resultado el perfeccionamiento de quienes egresan de nuestras universidades.
Hace pocos años, la universidad emprendió este desafío, primero remodelando sus aulas y ambientándolas con dispositivos tecnológicos para que sus docentes pudieran impartir algunos contenidos de maneras alternativas. Inicialmente, equipó varias de sus aulas con PC, proyectores, conexión a Internet y pantallas para reproducir las imágenes, más adelante implementó aulas con parlantes que permitían dictar las clases con videos además de generar en paralelo materiales propios adaptados a la realidad y necesidades de muchas disciplinas, y finalmente, creó el aula virtual, que permite al estudiante recibir sus clases vía Internet en un aula con variedad de recursos, actividades, explicaciones en audios, videos, imágenes; todo a su disposición y con libertad de dedicarle el tiempo que cada estudiante necesite para su aprendizaje7 .
La modalidad formativa bimodal, permite a las TIC participar y jugar el rol de colaboradoras activas en el proceso de educar, ya que las mismas se presentan como la oportunidad para la futura construcción de cursos que, a su vez, permitan a los estudiantes maximizar sus capacidades de aprendizaje en un ámbito de permanente actualización.
6 Presidente de Asociación de Universidades Latinoamericanas y del Campus Virtual Latinoamericano (Aula Cavila)
7 En la Licenciatura en Economía del Desarrollo, en su ciclo superior, del Departamento de Economía y Administración, tan solo el 12,5% de las asignaturas ofertadas no utilizan este u otro dispositivo tecnológico, teniendo como instrumento de medición las ofertas del periodo 2019.
Ya adentrados en el siglo XXI, las instituciones educativas se encuentran inmersas en un cambio radical y profundo no solo a nivel educativo, sino político, social, económico y cultural; están inmersas, en medio de lo que según Carlota Pérez (1989) se podría definir como un cambio de paradigma o revolución tecnológica (p.2).
Castells (1998), a su vez, manifiesta cinco características de este último paradigma de la información y las telecomunicaciones al que hace referencia diciendo:
La primera característica del nuevo paradigma es que la información es su materia prima: son tecnologías para actuar sobre la información, no sólo información para actuar sobre la tecnología, como era el caso en las revoluciones tecnológicas previas. El segundo rasgo hace referencia a la capacidad de penetración de los efectos de las nuevas tecnologías. Puesto que la información es una parte integral de toda actividad humana, todos los procesos de nuestra existencia individual y colectiva están directamente moldeados (aunque sin duda no determinados) por el nuevo medio tecnológico. La tercera característica alude a la lógica de interconexión de todo sistema o conjunto de relaciones que utilizan estas nuevas tecnologías de la información. […] En cuarto lugar y relacionado con la interacción, aunque es un rasgo claramente diferente, el paradigma de la Tecnología de la Información se basa en la flexibilidad. No sólo los procesos son reversibles, sino que pueden modificarse las organizaciones y las instituciones e incluso alterarse de forma fundamental mediante la reordenación de sus componentes. Lo que es distintivo de la configuración del nuevo paradigma tecnológico es su capacidad para reconfigurarse, un rasgo decisivo en una sociedad caracterizada por el cambio constante y la fluidez organizativa. […] Una quinta característica de esta revolución tecnológica es la convergencia creciente de tecnologías específicas en un sistema altamente integrado, dentro del cual las antiguas trayectorias tecnológicas separadas se vuelven prácticamente indistinguibles (p.20).
La reconversión a una modalidad bimodal de materias en la UNQ, busca relacionar las tecnologías con la tradicional aula presencial, con el objetivo de buscar otra forma para su dictado que brinde la posibilidad de fusionar lo mejor del modelo presencial con el no-presencial y observar qué sucede con dichas aulas funcionando de manera más flexible, sin sacrificar la calidad, la inclusión ni los contenidos que actualmente caracterizan y conforman la carrera en su totalidad y la asignatura en particular.
El desafío de pensar una alternativa que pueda aprovechar lo antes dicho y trabajar la bimodalidad indaga cómo hacer las asignaturas más atractivas al estudiante.
Así, apuntando a formas de complementar e integrar, tanto medios como recursos, metodologías, técnicas y estrategias propias de ambas modalidades se busca llegar a una adecuada adaptación de las asignaturas.
La posibilidad de contar con material audiovisual, de transmitir una clase on-line, de que dicho material quede a disposición del grupo, permitirán no solo que se manipule un artefacto tecnológico con características educativas; sino que también les otorgará a los estudiantes la posibilidad de colaborar activamente entre ellos de una manera más eficiente en favor del conocimiento.
Según Tedesco (2007) “[…] propiciar la universalización del dominio de las TIC forma parte de un proyecto democrático […]” (p.26), y en tal sentido, la necesidad de una formación que pueda propiciar mayores y mejores accesos a la información y al conocimiento, hacen que la formación y el desarrollo profesional, vayan de la mano conformando un todo necesario para el desempeño de la profesión de manera íntegra.
Con la implementación de un modelo bimodal, se complementaría la clase presencial con material audiovisual, multimedial y el arsenal de herramientas que nos proporciona el aula virtual, tanto para el dictado de clases como para la evaluación de contenidos.
La propuesta didáctica
Priorizando las formas de trabajo, este modelo permite realizar actividades de índole colaborativa, las cuales permiten a su vez al estudiante organizar sus tiempos, no depender de la residencia en un lugar determinado, lograr que tanto docentes como estudiantes compartan espacios que los posicionan de manera horizontal a la hora de socializar experiencias y conocimientos, y que producen una motivación diferente en el estudiante y en el aula en general. Lo antes mencionado, pone de manifiesto que se trata de una inclinación hacia un modelo de aprendizaje que busca que los implicados puedan encontrar sus propios modos de aprender y potenciarlos/mejorarlos a lo largo de todo el proceso.
Las TIC evolucionan siempre a la par de los avances tanto científicos como culturales y, en un marco de globalización político-económica cada vez más excluyente de ciertos sectores, es que la tecnología es parte importante dentro del quehacer diario de los individuos contribuyendo las mismas a la transformación de casi todos los aspectos de sus vidas.
El escenario actual que da origen a la propuesta de modelos bimodales tiene en cuenta un fenómeno que se viene dando en las últimas décadas y que cambia y modifica los aspectos y prácticas de la vida diaria y el de las instituciones, teniendo muchas de ellas que adaptarse o re-adaptarse a las exigencias actuales (proceso de mutación constante al que aludimos inicialmente).
En este tipo de enseñanza, se suelen entremezclar varios factores, y el eje no solo se centra en el conocimiento impartido sino también en las particularidades del curso, las tecnologías utilizadas, los materiales y en la forma en que los estudiantes tienen acceso al mismo (por el manejo diario de los mencionados dispositivos), entre otros. Bressan, Regolini y Curti (2016) señalan:
[…] los modelos duales, bimodales o mixtos son los que en la misma institución incluyen de manera simultánea el modelo de enseñanza presencial para los estudiantes, con la enseñanza de estudios a distancia de forma parcial o total. Esta conceptualización permite que se lleven a cabo estudios presenciales y a distancia, semipresenciales o el estudio de algunas materias solamente, entre otros (p. 236).
La búsqueda de un modelo no solo más accesible para el dictado de las materias, sino para acercar a docentes y estudiantes en un ámbito mediado tecnológicamente, es lo que hace que este trabajo sea redactado.
Lo que se persigue entonces es una propuesta de adaptación a los “nuevos” modelos de aprendizaje; por lo cual no es cuestión de replicar en un lugar (sea presencial o virtual) lo que se hace en el otro, sino más bien, aprovechar lo que las tecnologías aportan en sí y ponen a disposición de la comunidad educativa. Aludiendo principalmente a la posibilidad de acortar brechas, de las que tanto se habla en la actualidad, trabajar la posibilidad del cursado de una asignatura tanto con instancias presenciales como “virtuales”, abre el espacio para trabajar con la modalidad bimodal.
Para poder comprender la elección del tipo de modelo de intervención pedagógica a utilizar, es necesario comenzar indicando, que en la actual Sociedad de la Información y la Comunicación en que nos encontramos inmersos, tanto las formas de aprender como las de enseñar se han modificado sustancialmente con el advenimiento de las nuevas tecnologías, y que es menester apropiarse de estas últimas dada su importancia a la hora de educar.
El trabajo en el aula tradicional utilizando para el desarrollo de las clases, herramientas informáticas o tecnológicas, es lo que marca el inicio y el momento para pensar que la educación informático/tecnológica, va más allá de las computadoras; que es el momento de ver y diagramar este nuevo escenario político, social, económico y cultural en el que todos somos participantes activos, aprovechando los dispositivos tecnológicos que en la actualidad ocupan un lugar central en la vida cotidiana no solo de los estudiantes.
Mucho se habla de comunidades virtuales o de aprendizaje dentro del “aula”, definidas las mismas como “comunidades de personas, que comparten unos valores e intereses comunes, y que se comunican a través de las diferentes herramientas de comunicación que nos ofrecen las redes telemáticas, sean sincrónicas o asincrónicas” (Cabero Almenara y Llorente Cejudo: 2010). Como también de trabajo colaborativo o cooperativo, formas de trabajo sobre las cuales hoy en día existen serios cuestionamientos no solo desde el lado docente sino también claramente criticado por los estudiantes, ya que las diferencias entre una y otra forma pueden perderse a la hora de trabajar, pues la línea que los diferencia se vuelve muy delgada de acuerdo a la actividad a realizar.
Tomando a Duch y Nuñez (2016) se puede indicar que “[…] la interacción entre las personas se ve modificada junto con la aparición de nuevas herramientas tecnológicas, y por ende también se ve modificada la forma en que cada uno construye y reconstruye su entorno de acción y sus conocimientos” (p.168).
Con lo antes dicho, solo se quiere expresar que encontrar dentro de nuestras aulas estudiantes con un celular con conexión a internet, se vuelve algo naturalmente internalizado y son pocos o aislados los caso en que ocurre lo contrario.
Se debe tener en claro que para promover una educación tecnológica al interior de nuestras aulas, es necesario que se apliquen conjuntamente criterios de trabajo que modifiquen ciertas desigualdades sociales en cuanto a su apropiación y uso, dado que sin ello, difícilmente se llegaran a atender las exigencias que impone la actual sociedad donde los estudiantes se desarrollaran como profesionales.
La democratización de la educación debe superar estas barreras. Una educación democratizadora, inclusiva, tecnológica y de calidad, debe tener siempre presente que estos principios no se deben resignar y deben atender a la diversidad.
Una variable que no puede perderse de vista y que debe ser redefinida dadas las circunstancias del Siglo XXI, es la del rol del docente.
Es desde esta perspectiva que, el docente supera modelos tradicionales convirtiéndose en un profesional con un rol decisivamente activo en el diseño y construcción de situaciones de aprendizaje, al tiempo que el estudiante deja de ser un receptor pasivo de información y deviene en individuo responsable de su propio aprendizaje.
Si hay algo que implica una importante toma de decisiones cuando hablamos de docencia a distancia o impartida ya sea en espacios virtuales o con dispositivos tecnológicos, es la de la planificación, dado que aquí se definen qué dispositivos, que estrategias de enseñanza utilizar para garantizar que la aplicación de los materiales seleccionados, logren esa interactividad que se busca. De manera evidente o no, estos entornos, mediados tecnológicamente, según la forma y las situaciones particulares de interacción que se den, determinan también nuevos roles para profesores y estudiantes.
Biocca y Cayo (2016) trabajan cuáles son las funciones del docente y sostienen:
• Facilita el aprendizaje, ya que ordena y guía el trabajo.
• Atiende los intereses y las necesidades de los estudiantes en relación a los contenidos incluidos y a las dificultades que pudieran surgir en el proceso de aprendizaje.
• Orienta el trabajo de sus estudiantes, brindando retroalimentación, ofreciendo otras fuentes de información, si es necesario.
• Favorece el aprendizaje metacognitivo, el aprender a aprender, aprender a pensar (p.191).
Como ejemplo de esto, podemos tomar la situación actual de nuestra Universidad, donde muchos docentes desarrollan puramente su actividad en la plataforma Moodle (Qoodle en la UNQ), otros tantos en de la manera mencionada anteriormente pero con soporte de clases presenciales y otros dictan clases en EVA por un lado y clases presenciales por el otro, es decir, cursos distintos bajo modalidades distintas. Sin embargo, debe asumirse que aún existe una porción de docentes que se resiste a introducirse en los espacios virtuales o a utilizar ciertos dispositivos tecnológicos en sus lugares de trabajo cuando la clase se dicta de manera presencial.
Comenzar el trabajo realizando una revisión de los materiales con que se cuentan, fuentes bibliográficas secundarias, documentos gubernamentales y resoluciones tanto institucionales como ministeriales; como así también buscar en reservorios de la disciplina que trabajan la modalidad, videos o tutoriales que ayuden a estudiantes y docentes a manejarse en esta modalidad, son fundamentales en este momento de reorganización. .
Los materiales de estudio pueden ser de distinta índole debido a que no todos son adaptables a las aulas presencial y virtual.
La utilización (previa preparación) de clases, materiales multimedia, videos de reservorios especializados en la disciplina, serán seleccionados y confeccionados por el docente. Más allá de la adaptación que ya se encuentra realizada, la misma deberá ser sometida a una evaluación minuciosa para determinar su competencia.
Sabulsky (2009) indica en cuanto a los materiales que el docente ”Para su transmisión recurre a un soporte material o digital y utiliza uno o varios sistemas de símbolos que se consideran pertinentes para el proceso de enseñanza – aprendizaje” (p.345).
La posibilidad de contar con material audiovisual, de transmitir una clase on-line, de que ese material quede a disposición del grupo, permitirán no solo que se manipule un artefacto tecnológico con características educativas; sino que también les otorgará a los estudiantes la posibilidad de colaborar activamente entre ellos de una manera más eficiente en favor del conocimiento.
Como ya se ha mencionado previamente, la evaluación es un proceso de retroalimentación, puesto que en cada paso se visualiza y analiza si dicha instancia es aplicable en un modelo bimodal.
La evaluación por cuestionarios como así también por medio de múltiple choice u opción múltiple, ha sido aplicada en ambos espacios produciendo los mismos resultados. Ahora bien, la evaluación del trabajo al interior de un foro de debate como los que posibilita el aula virtual, no es tan fácil de trabajar al interior del aula presencial, puesto que en la primera queda todo por escrito y visible para todos los participantes en cualquier momento en que entran al aula cuando en la presencialidad todo debate se limita al momento de la clase y, salvo que la misma quede grabada, se pierde el contenido de ese instante. Los estudiantes ausentes a la clase no tienen forma de participar o recuperar luego “el debate”.
Un dato no menor, es que se debe ser consciente de que la simple presencia de la herramienta comunicacional no garantiza la existencia de interacción entre los estudiantes, y entran en juego otras variables a tener en cuenta, una es la actitud del estudiante hacia estas nuevas formas de aprender, hacia las herramientas y hacia los demás, la otra es la formación que se le pueda haber dado para trabajar de esta nueva forma y, finalmente, la postura que asuma el docente frente a las mismas. Aquí, se encuentra la ruptura con los modelos anteriores y comienzan a aparecer los términos netamente definidos para este nuevo modelo educacional, basado en un espacio en el que solo docentes, estudiantes y tecnologías se deberán entender.
El seguimiento y evaluación del trabajo que se realiza en el proceso de educar, no solo permite realizar una revisión de conocimientos y aprendizajes, la correcta forma de trabajar y aprehender los mismos, y la posterior creación de nuevas propuestas pedagógicas; sino que también, permite a las universidades llevar adelante un constante proceso de evaluación, buscando luego con los resultados obtenidos en dichas instancias, realizar los ajustes y modificaciones que fuesen necesarios.
Dadas las citadas circunstancias que le toca atravesar a la educación superior, la bimodalidad se convertiría en una solución posible ante las dificultades que ya no solo se generan al tener que asistir únicamente en forma presencial a las clases, sino también en lo que implica a la escasa infraestructura con la que se puede contar, debido esto último, a la creciente demanda de creación de nuevas carreras, como a la actualización de las ya existentes.
Toda forma de educación necesita su tiempo, la reflexión sobre cada proceso que se quiera llevar adelante, el reordenamiento de los puntos débiles y la nueva calibración de estos, como así también, el fortalecimiento de todos aquellos que se creen han resultado. Por lo tanto, un proceso de revisión sobre lo redactado y reformulado se hace imperioso antes de sacar cualquier tipo de conclusión general sobre esta nueva modalidad.
La búsqueda de información constante para trabajar sobre la impartición de los contenidos o formas de evaluación acordes por medio de encuestas, la confección del material que se crea faltante, la disponibilidad de la plataforma para llevar adelante este tipo de experiencias, la reformulación del programa, son otros datos a tener presentes.
Comunicar por medio de innovadoras herramientas disponibles en diversos espacios, como también para ser utilizadas en el armado de las clases o para evaluar, hacen la diferencia en la relación que se suscita entre profesores y estudiantes; y es esto lo que lleva a preguntarse ¿cuál es el rol del docente al trabajar con este modelo? Apoyarse en las tecnologías, ¿implica nuevas habilidades?
Por este motivo, es necesario pensar en las redefiniciones de algunos roles y procesos de enseñanza y de aprendizaje que la educación universitaria en espacios virtuales o presenciales con utilización de tecnologías viene manejando hasta ahora, y que debido a todo lo que nos toca vivir, implican una nueva aplicación y manejo de espacios y tiempos.
El desarrollo del trabajo y su futura implementación, darán una visión completa de que es posible llevar adelante un modelo de enseñanza en el cual todos los contenidos puedan ser dictados de la forma que mejor llegue a los estudiantes.
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