Misiones Culturales, bases para un campo cultural en Río Negro
Cultural Missions, bases for a cultural field in Río Negro
Maria Ytati ValleEl presente artículo analizará la revista Misiones Culturales, (en adelante MC) editada por la Dirección de Cultura del gobierno de Río Negro entre 1959-1962 y 1971-1973. El surgimiento de la misma, se origina en el marco de la organización del primer gobierno provincial, contexto de complejización de los espacios sociales y de requerimiento de nuevos agentes; por lo que consideramos que MC, contribuyó a la formación de un campo intelectual y cultural en Río Negro. Recuperamos el concepto de campo de Pierre Bourdieu (1988) a partir de la relectura propuesta por Ana Teresa Martínez (2007) para analizar los campos intelectuales y culturales en las provincias argentinas.
En función de los estudios sobre la prensa patagónica (Prislei, 2001, Varela, 2007, Ferrante, 2013, Ruffini, 2017 y otros) nos preguntamos cómo y por qué surgió la revista y si se puede considerar MCcomo órgano de difusión de la concepción oficial de cultura. Anteriormente advertimos que la definición de cultura gubernamental es un espacio de tensiones que permite observar la construcción de hegemonía como un proceso en disputa no sólo con los sectores dominados sino también entre los sectores dominantes que no se constituyen como homogéneos (Valle, 2016). Planteamos que la revista implica una política cultural, un espacio de debate y reflexión sobre la concepción de cultura.
Estudiaremos las políticas textuales, el espacio intelectual de autoría, a quiénes se invitaba a participar, quién era el lector ideal al cual destinaban la publicación, por qué la necesidad de una revista en el área de Cultura y qué temáticas abordaban. Dado que la revista, discontinuó su publicación entre 1962 y 1971, observaremos qué continuidades y diferencias pueden marcarse entre ambas etapas.
El pasado institucional de Río Negro se vincula primeramente a la Gobernación de la Patagonia (Ley 954/1878) luego en 1884 (Ley n°1532), se define como Territorio Nacional, medida considerada como una solución provisoria al dilema planteado por la incorporación de las regiones hasta entonces bajo dominio indígena. (Ruffini, 2005) Años después, en el marco del modelo de ciudadanía integrada (Romero, 2004) llevado a cabo por las presidencias peronistas (1946-1955) se inició el proceso de provincialización de los Territorios Nacionales. El 15 de junio de 1955 se sancionó la Ley 14408, que provincializó a Formosa, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Río Negro. Esta transición fue analizada como un proceso político del peronismo en su propuesta de ampliación de ciudadanía para la unidad política de la Nueva Argentina (Arias Bucciarelli, 1996, entre otros).
El golpe cívico-militar de 1955, paralizó por dos años la convocatoria a la Convención Constituyente de Río Negro. Ya en 1957, una vez sancionada la nueva Constitución, se llamó a elecciones, y finalmente el 1 de mayo de 1958 asumió el primer gobernador electo, representante de la Unión Cívica Radical Intransigente, Edgardo Castello1.
En este primer gobierno surgió la revista MC, propuesta por la Dirección de Cultura dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales, la misma estuvo a cargo de su director Virgilio Tosco. Hemos catalogado su gestión como pionera, como “horizonte de expectativas” (Koselleck, 1993) para las políticas culturales posteriores dado que asumió un discurso modernizador, consolidado en estéticas de vanguardia, sentó las bases de una concepción de cultura vinculada a la investigación, promovió la capacitación, con una visión amplia que pretendía involucrar el quehacer del pueblo, pero también observamos el lugar periférico que tuvo el área de Cultura respecto al organigrama y la estructura gubernamental (Valle, 2010 y 2016). Como destacara su compañera, Lidia Formiga de Tosco, el ministro lo “dejaba hacer” y “el gobernador era indiferente pero no ponía obstáculos” (Formiga de Tosco, Entrevista, junio, 2015). Advertimos en los presupuestos provinciales que contaba con recursos, lo cual confirmaría este aval a su gestión, que finalizó por una sumatoria de razones, entre ellas: disidencias con el ministro Enrique Costerg, por la orientación política dada la cercanía del golpe y motivos personales, como regresar a su profesión en su Córdoba natal.2 Su alejamiento afectó la edición de MC y en abril de 1962 concluyó su primer período.
La segunda etapa de la revista, se desarrolló entre julio de 1971 y mayo de 1973, en el marco de un gobierno de facto, que en la provincia estuvo a cargo del general Roberto Requeijo designado por Juan Carlos Onganía, como interventor entre setiembre y diciembre de 1969 y luego como gobernador, hasta 1972, fecha en la que renunció para dedicarse a la campaña electoral como líder del Partido Provincial Rionegrino. Entonces, la revista volvió a editarse durante las gestiones en la Dirección de Cultura de la barilochense Blanca Ivonne Neyens, (1971) y la viedmense, Filomena Piccolo (1972-73). El último número salió a la luz en mayo de 1973.
1 Edgardo Castello, joven abogado viedmense, asesor legal de la Comisión Investigadora Provincial en el proceso de desperonización (Ruffini, 2016). Desde su juventud militó en el radicalismo asumió alineado al frondizismo y enfatizó un carácter continuista para con el gobierno de facto precedente.
2 De regreso a Córdoba se desempeñó con docente en la Escuela de Arte, cesanteado por la dictadura cívico-militar en 1978, restituido en 1985. https://ffyh.unc.edu.ar/docentes-cesanteados/lista-de-docentes-de-la-ffyh-cesanteados-por-motivos-politicos-entre-1974-y-1983/
Las revistas en América Latina desde el siglo XVIII, según Carlos Altamirano (2010) conformaron una sociedad de pensamiento. Estas publicaciones de gran desarrollo en el siglo XX, implicaron un esfuerzo comunitario, más allá de los liderazgos que puedan ejercer ciertos intelectuales sobre el resto. Según Leticia Prislei (2015) pueden ser consideradas observatorios privilegiados de la actividad intelectual porque configuran estructuras elementales de sociabilidad que permiten analizar el despliegue de las ideas.
Como antecedentes de ediciones a cargo de organismos estatales, mencionamos a nivel nacional, el Boletín del área de Cultura, una publicación que funcionó como órgano de difusión de acciones y de los marcos legales. Desde enero a marzo de 1949, fue Boletín de Comunicaciones de la Secretaría de Comunicación, posteriormente a partir de la creación del Ministerio de Cultura y Educación, el Boletín correspondió a este; la designación del mismo acompañó los cambios de organigrama.3 Advertimos que en una primera etapa había aparecido como apéndice en los Boletines de resoluciones del Consejo Nacional de Educación, pero cuando se consolidó como Boletín independiente, reunió decretos, resoluciones y disposiciones ministeriales, noticias de acciones realizadas por el Ministerio, especialmente dedicadas a las prácticas del área de Cultura. Con el cambio de denominación hacia Boletín de Comunicaciones observamos que incorporó noticias referidas a los organismos dependientes y descentralizados, organizó la información en secciones: capital federal, territorios nacionales y provincias, en los que reseñaba una síntesis de actividades que hacia la década de 1960 se especificaron cada vez más. Otra publicación del gobierno nacional fue la Revista Nacional de Cultura, en ella a diferencia del Boletín se presentaron artículos de análisis sobre qué es la cultura nacional, ciertos movimientos culturales como la denominada Generación del Ochenta. En tanto que la Comisión Nacional de Cultura editó entre setiembre de 1949 y octubre de 1950, Poesía Argentina.
En el ámbito de las provincias, Santiago del Estero cuenta con una larga tradición de publicaciones (Guzmán, 2006) entre ellas la desarrollada por la Asociación Cultural La Brasa que según Ana Teresa Martinez (2013) desde su fundación en 1925, trabajó como una dirección de cultura pese a plantearse como anti-institucionalista. Entre 1927-1928 publicaron la revista La Brasa, luego sus miembros participaron en otras publicaciones como Centro y Vertical.
Entre 1940-1960 observamos la publicación Meridiano 66 (1954) dirigida por el flamante4 director provincial de Cultura de Catamarca, Armando Raúl Bazan, la misma pretendía “fijar la dimensión de lo catamarqueño.” (Calas de Clark, 2006: 3) En la provincia de Buenos Aires desde 1949 se editó Cultura, dependiente del Ministerio de Educación provincial y luego entre 1961-62, publicó Buenos Aires, revista de humanidades. (Korn, 2009) Entre 1948-1949, el gobierno entrerriano presentó Tellus, cuadernos entrerrianos de divulgación cultural. Posteriormente entre 1951-55, la Comisión de Bellas Artes de Tucumán editó Norte que continuó entre abril y agosto de 1963 y finalmente en 1967 pasó a depender del Consejo Provincial de Difusión Cultural. (Delgado y Rogers, 2016) En el sur, se destaca la joven provincia de La Pampa por la edición gubernamental de Calden, (1957-1960, 1960-1967 y 1987-1989) y otras revistas ligadas a asociaciones y grupos que conformaron el campo cultural e intelectual (Salomón Tarquini, Prina y Perez, 2016). No hemos observado el desarrollo de publicaciones culturales dependientes de los gobiernos de las jóvenes provincias patagónicas, salvo el caso de Misiones Culturales, en la primera etapa de su aparición, situación que nos permitiría plantearla como pionera en la región, dado que se presenta como una voz gubernamental y provincial frente a la conocida y difundida Argentina Austral, revista publicada por la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, editada entre 1929-1967 (Ruffini, 2017). Cabe destacar que este ejemplo de organ house en la Patagoniatuvo una circulación no sólo regional sino también nacional e internacional, en tanto que MC, quedó limitada a la provincia, característica comparable con Calden (Salomón Tarquini, Prina y Perez, 2016) nos lleva a preguntarnos si acaso fueron revistas producidas por los gobiernos provinciales para instalar dentro de la jurisdicción debates y crear comunidad e identidad.
En las revistas culturales advertimos que se conformaron grupos, comunidades de sentido que definieron su posicionamiento en el campo intelectual y cultural, en sus números presentaban reflexiones de distintas disciplinas artísticas, filosóficas, políticas, y de las ciencias sociales, como así también en pos de la difusión, traducciones de textos de artistas e intelectuales contemporáneos. Nos preguntamos si Misiones Culturales quedó subsumida a meras participaciones en los números o logró formar un grupo de intelectuales.
Durante la gestión de Virgilio Tosco se destacó el interés por difundir la propuesta de la gestión y desarrollar la investigación en el área de Cultura, se promovieron publicaciones como Extensión Cultural, editada en mayo 1959, solo se observaron dos números: mayo y junio, dedicados a la organización de bibliotecas: catalogación y clasificación respectivamente. Esta publicación debe leerse en el marco de una política de la Dirección que promovió la profesionalización y creación de bibliotecas, a través de subsidios y capacitaciones.
Por otro lado, como señalaran distintas investigadoras (Prislei, 2001, Ruffini, 2019 y otros) en la Patagonia norte, durante el período territorial se desarrolló una tradición de periódicos, en su mayoría vinculados a facciones políticas locales en los que se mantenía una trama comunicacional activa entre la región y la prensa a nivel nacional. Contemporáneos a la primera etapa de Misiones Culturales fueron el diario Río Negro, desde 1912y el periódico La Nueva Era fundado en 1903 por Mario Matteucci.
El segundo período de MC -1971-1973-, coincidió con un amplio desarrollo a nivel nacional de revistas culturales, especialmente porque permitieron la difusión de autores foráneos acercando traducciones y debates en torno a temáticas contemporáneas. En tanto a nivel provincial, mencionaremos la convivencia con la prensa escrita, especialmente textos de opinión que permitieron la difusión y reflexión sobre qué es la cultura nacional y análisis de las gestiones de la Dirección, a diferencia del primer período en el que las discusiones en periódicos regionales se vinculaban a cuestiones político-sociales. Observamos en el periódico viedmense La Voz Rionegrina, editado entre 1966-1972, y especialmente a partir de 1971 cuando se organizó en secciones, cómo brindó un espacio a temáticas ligadas a la cultura, actividades artísticas y presentaciones de películas. En tanto que, desde una perspectiva específica, el periódico El Provincial editado entre 1971-1975, dirigido por Fernando García Della Costa pretendió según sus objetivos, acompañar al pueblo en el proceso de liberación. (García della Costa, 1974, 21 de setiembre) al respecto publicó artículos y entrevistas dedicadas a definir la cultura nacional, instalar el debate liberación o dependencia y señalar la importancia de la soberanía, entre otros ejes. Mientras que, en el periódico El Federal, editado en Viedma entre 1972-1978, dirigido primeramente por Rafael Miglianelli y desde 1977 por su hijo, Antonio Miglianelli, observamos notas de opinión en las que pretendía proclamarse como defensor de la soberanía y la autonomía federal, advertimos que la concepción de cultura se vinculaba más a una posición moralizante.
El diario Río Negro, surgió como periódico quincenal desde 1912 en General Roca, luego al año siguiente, tuvo una aparición semanal y en 1958 se conformó como diario de difusión del alto valle de Río Negro y Neuquén. En 1973 ante el fallecimiento de su fundador proclamó que hacía del periodismo una función cultural, (“Homenaje a Fernando Rajneri”, 1973, 8 de julio) más allá de esta visión amplia de cultura observamos áreas dedicadas a temas ligados a la actividad artística, reportajes a personalidades para la reflexión sobre el arte, las bibliotecas y la historia regional, también recuperó las actividades que se organizaban desde el área provincial de Cultura. No es menor su actividad en esta materia que debe leerse como órgano difusor de la Casa de la Cultura de General Roca. Cabe destacar que Norberto Tilo Rajneri quien fuera director del diario, columnista, miembro de la familia propietaria, fue creador y coordinador de la Casa de la Cultura de General Roca (1972-1984) y ministro de Asuntos Sociales de la provincia, entre 1964-1966, años incluidos en el período en el que MC no tuvo aparición.
Otras publicaciones que tuvieron circulación en el alto valle rionegrino fueron las revistas de la CGT de los argentinos, el Che compañero y el diario de guerra de Ernesto Che Guevara que difundió el diario Río Negro, señalados como espacios de militancia socio-política entre 1966-1976 por José Echenique (2013).
Advertimos una tradición e importancia que se instaló en la prensa provincial hacia la década de 1970 en la difusión de actividades artísticas y en algunos casos debates sobre temas específicos del campo como cultura, identidad, arte, análisis de gestiones culturales, crítica de actividades artísticas, ejes que debemos leer a la luz de un amplio desarrollo de revistas culturales a nivel nacional. Ante esta situación cabe preguntar qué finalidad tuvo la reedición MC en la década de 1970.
3 Hemos relevado ediciones hasta 1978.
4 La Dirección Provincial de Cultura se había creado en 1952.
La revista tuvo una aparición bianual, la primera etapa contó con siete números desde 1959 hasta abril de 1962. Luego desde julio de 1971, se editó anualmente, hasta 1973. Fue de distribución gratuita, mantuvieron el diseño de la portada salvo en los dos primeros números, en donde se observa un juego de líneas abstractas sin mencionar la autoría del diseño, en el interior se advierte una carencia de imágenes, salvo excepciones de artículos como el de Osvaldo Menghin en el número 4. Esta ausencia quizás se relacione con la casi inexistencia de artículos dedicados a las artes visuales. Encontramos una excepción, en el número 8 de 1971 en cuya tapa se reprodujo un grabado de autor desconocido, pero en los últimos dos números se limitó a tipografía.
¿A qué nos remite el nombre de la revista? Como antecedente su fundador Virgilio Tosco5 inspiró su gestión en las misiones pedagógicas, denominación del proyecto educativo cultural que llevó a cabo la Segunda República Española, 1931-1936. Como así también otras experiencias en nuestro país, como la realizada por Olga y Leticia Cossettini en la escuela Serena en la ciudad de Rosario entre 1936-1941. En la Revista de Pedagogía bajo el título misiones culturales, Olga Cossettini relató las experiencias que retomaban de las realizadas en Uruguay de la mano de Sabas Olaizola, ligada a la corriente de Nueva Escuela, implementadas en la década de 1930.
También influyó en la gestión de Tosco la experiencia llamada misión cultural, social y pedagógica instrumentada desde el Consejo provincial de Educación de Córdoba, desde julio de 1942, que promovió actividades artísticas en pueblos del interior de la provincia. (Formiga de Tosco, Entrevista, junio, 2015). Se considera a las misiones culturales como dispositivo pedagógico conformado por una trama de instituciones, valores y prácticas, que implica las experiencias que pretendían fundir la escuela con la vida (Fernandez, Guida y Welti, 2011). Entonces el nombre de la revista refuerza la importancia dada a la educación artística y el nexo vida y cultura en sentido amplio que llevó a cabo la gestión cultural de Virgilio Tosco. Al respecto son constantes en la primera etapa de la publicación los artículos dedicados a la pedagogía musical, como así también la difusión de la filosofía a cargo de Augusto Furlan y aquellos sobre pedagogía, educación, la difusión de la Nueva Escuela, en la pluma de Jorge Moreno, Amalia de Altamira, Ana María Bereilh de Aumedes y Dorothy Ling de Hernando. Otro eje fue la enseñanza de la literatura, especialmente la calidad de la literatura infantil y la necesidad de crear y fortalecer el sentido crítico y selectivo en los niños, se proponía una educación literaria que generara madurez de juicio, cercanía a los buenos libros y capacidad de deleite y elevación espiritual, como así también el nexo entre literatura infantil y moral, la relación belleza y palabra creadora. Incluso Guillermina Zannoli (1960, p. 39) señaló la necesidad de un estado que ampare y fomente la literatura infantil. Se consideró que esta era un “instrumento legítimo de cultura” (Formiga, 1960, p. 36).
La revista difundió en distintos artículos la educación por el arte propuesta por Herbert Read, textos como el de Héctor Cartier presentaron la creación del instituto de educación por el arte en Buenos Aires y la renovación de la enseñanza de la música en escuelas municipales de Córdoba. A partir de artículos de Virgilio Tosco, Gladys Mena, y Ramón Adolfo Pelinski fueron constantes las propuestas para una actualización en la enseñanza de la música y la propagación de las reflexiones del Congreso por la educación musical, de 1952 en Bruselas.
En tanto si analizamos la relación entre la publicación y la gestión en la Dirección de Cultura, observamos una continuidad respecto a la difusión de actividades especialmente los talleres que se organizaban en las distintas localidades de la provincia.
En esta primera etapa, la publicación creció desde su nacimiento, desde una humilde impresión en rotaprint hasta que en el número 7 anunció que pretendía editar tres números anuales, entonces sumaron una editorial, un balance de los años transcurridos, además de un índice general anual. Las colaboraciones fueron gratuitas y las temáticas variadas, no se observa un comité editorial. El objetivo estaba ligado a incidir en la formación cultural del pueblo, Virgilio Tosco (1962) explicitó que el propósito era incentivar el desarrollo de la cultura intelectual sin desatender que este está vinculado a instituciones políticas, sistemas económicos, etc.
La revista adoptó un tono fundacional, se planteó cómo debía ser la enseñanza de la música, de la literatura, e incluso temas de teoría del arte, cómo debía ser el escritor-novelista, sobre ello escribió Septimio Facchinetti Luiggi, abogado penalista, juez y presidente del Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, 1964-1966. Dado que MC se distribuía en las distintas bibliotecas, quizás en ese sentido observamos la importancia que destaca el autor sobre la novela y su alcance al lector, pero especialmente consideró que la novela “debía guiar al mundo en su perfeccionamiento social” (Facchinetti Luiggi, 1960, p. 34) en el mismo sentido interpretamos los artículos dedicados a la literatura infantil, y cómo acercar la poesía a los niños, en el artículo de Lidia Formiga (1960). No sólo definió qué novelas adquirir, sino también identificó que el “verdadero artista siempre es un psicólogo que sabe captar hábilmente las corrientes subjetivas, (…) facultad congénita con su temperamento de misionario (…) el mejor apóstol de lo social” (Facchinetti Luiggi, 1960, p. 34). Y casi en línea de continuidad definió al intelectual como quien debía promover el mejoramiento del sistema institucional, atender reivindicaciones populares y elevar al hombre que trabaja, en un afán por unir verdad y belleza.
A estos debates se sumó la difusión de textos de autores regionales de cuentos y poesías, como Nicasio Soria, Galo Luvece Masseda, -quien había brindado una capacitación sobre bibliotecas en la provincia-, Néstor Julio Musotto y Héctor Fontana.
5 Virgilio Tosco, profesor de música (1930-2000), actualmente se lo recuerda por su aporte a la música contemporánea, se desempeñó como docente en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba, coordinador del Centro de Investigación de la misma (1992-95) y formó parte del grupo de compositores que crearon el Centro de Música Experimental. A sus 28 años fue convocado por Carlos Eduardo Taborda, quien estaba a cargo de la Dirección de Cultura y Educación, a trasladarse desde Córdoba a Viedma y trabajar en el área de Cultura, entonces pertenecía al grupo Harmonía dedicado a la investigación y estudios musicales, contaba con publicaciones realizadas sobre educación musical en la revista del grupo. Para ampliar sobre el Centro de Música Experimental, ver Dominguez Pesce, 2021.
La formación de una nueva provincia implicó el uso de distintas estrategias para elaborar discursos identitarios, en ese sentido en MC observamos que la selección de temáticas y autores, refieren a un intento por definir qué se entenderá por cultura, folklore, pueblo, e historia en la nueva provincia. En su editorial, Virgilio Tosco concibió la cultura como suma de conocimientos y recuerdos, “la cuestión histórica se presenta a través de los hechos como una cuestión de responsabilidad de la cultura” (Tosco, 1962, p. 8).
Observamos, una permanente presencia de artículos de Osvaldo Menghin, investigador vienés quien se había instalado en Argentina luego de la segunda guerra mundial, ligado a la Universidad nacional de Buenos Aires, especializado en prehistoria, se desempeñó como vínculo entre investigadores argentinos y europeos y realizó estudios en Patagonia. En el área de paleontología se destacaron las publicaciones de Rodolfo Casamiquela,6 quien posteriormente se desempeñó como director del Centro de Investigaciones Científicas de la provincia7. Sus artículos publicados en esta revista fueron citados en listas de referencia paleontológicas, constituyéndose en una de las escasas circulaciones que tuvo MC en el campo científico. Del mismo autor destacamos sus textos dedicados a etnografía, como la difusión del ngillatun.
Destacamos artículos de quienes conformaron el proceso de institucionalización del discurso histórico en la provincia, nos referimos al sacerdote salesiano e historiador Raúl Entraigas, Héctor Perez Morando, Demetrio Fernandez, Salvador Carlos Laria, Adolfo Riganti y Ema Nozzi, fundadora del Museo de Carmen de Patagones.
Una temática a señalar fue la reflexión hacia una filosofía de la cultura que proponía el escritor rumano Ioras Toader (1960) para quien el hombre era el creador de la cultura, propuso una conjunción entre las perspectivas idealistas, objetivista y naturalista, integradas en una conversión existencial. Reconoció que en los países oprimidos la interferencia que implica toda creación cultural tiene una trágica realidad. Observamos cómo en este artículo se supera la visión espiritualista de cultura para vincularla a problemáticas sociales, al conflicto entre oprimidos y opresores. Por su parte el escritor barilochense Adolfo Riganti, se refirió a la posibilidad de una cultura argentina, que pueda ser auténtica y evitar todo snobismo e imitación de posicionamientos europeos. Utilizó términos como “esterilidad cultural” “servilismo” “demasiada miseria e ignorancia, inercia y desencuentro” para enfatizar la necesidad de una lucha que permitiera destruir la condición de colonia cultural. Desde un estilo combativo, propuso una síntesis cultural localizada en el país que se encargara de rescatar los valores dispersos de las culturas pre-hispánicas, lograr “un encuentro de lo místico como fuerza creadora de un superior orden poético” (Riganti, 1930, p. 3). Si bien integró las culturas prehispánicas lo hizo desde una visión romántica, como espacio místico no racional, ante la superioridad de la cultura occidental. Claramente propuso un campo cultural latinoamericano en pos de una unión de intelectuales quienes deberían transformar la sociedad. No se limitó a una visión localista, sino que se instaló en el debate nacional sobre la cultura entrelazado a una cultura latinoamericana.
A tres años de gobierno, la provincia encargó una publicación referida a sus acciones, en la que reconocieron a Misiones Culturales, como un “auspicioso índice de lo que es posible realizar, aún en un medio de cultivos espirituales nuevos” (Fantini, 1962, p. 209). Esta mención se vincula a una visión decimonónica de cultura, ligada al cultivo de facultades del espíritu, y dado que fue un encargo oficial inferimos que lejos de observar los debates y planteos que se proponían en la revista, desde el gobierno se la concibió meramente como una enunciación de actividades y aspiraciones.
El mismo Virgilio Tosco (1961) a modo de una definición de su gestión, publicó un artículo sobre la acción cultural y el rol del estado, definió la misma como actividad coordinada y planificada que se desarrolla para contribuir al acrecentamiento cultural de la sociedad, marcó una diferencia entre la gestión gubernamental y la de una institución privada que responde a la idiosincrasia y particularidades de los integrantes de la misma. Sostenía que el estado debía fomentar y crear las condiciones básicas necesarias para que el individuo objetivara las creaciones del espíritu, sostuvo que el estado no podía limitarse a ser un organizador de actos culturales o un simple empresario de conciertos. Destacó el estudio de las necesidades de quienes recibirían los beneficios del aporte cultural, elaboración de diagnóstico y planificación. El estado debía proveer de las condiciones mínimas para el desarrollo de la actividad creadora de la población. Entre esas condiciones mínimas, señaló dotar de plena libertad al área de creación individual, apoyar con todos los recursos la incorporación de la mayor cantidad de individuos al proceso creativo y asimilativo de la cultura sin imponer una concepción especial ni dar prioridad a ninguna. En síntesis, remarcó que las relaciones cuando se piensa en la cultura implican tanto miradas desde abajo hacia arriba como así también, de arriba hacia abajo. Sostuvo que el aislamiento del aspecto intelectual de la cultura de un pueblo siempre es artificial, ya que de hecho vive en simbiosis con la cultura moral, política y económica. En un claro intento por evitar toda visión espiritualista de cultura se acercó a una síntesis en coincidencia con Toader Ioras y Adolfo Rigante, consideró que la cultura es aprendizaje, pero también olvido, incremento, elevación de la naturaleza y de la vida, es un “valor que trasciende la definición de valores, (…) es síntesis y no análisis.” (Tosco, 1962, p. 7).
Si bien los artículos no polemizaban directamente, se observan lineamientos disímiles entre un grupo de intelectuales vinculados a una visión amplia de cultura y quienes desde una posición dieciochesca como Dante Raúl Agüero concibieron la cultura como cultivo de la mente que desarrolla el hombre para crear productos culturales. En sus reflexiones concibió que “el pueblo folklórico vive una vida apegada al terruño, (…) con un horizonte más o menos limitado y todo ello lo hace de un modo natural, imitativo, no libresco. Pero participa de algunos elementos que le brinda la sociedad civilizada” (Agüero, 1959, p. 42). Claramente responde a una visión cosificada de pueblo, se ocupa de distinguirlo del pueblo político, quizás en una disputa con el pueblo peronista, observándose así una visión conservadora que remite a los inicios de los estudios folklóricos en nuestro país señalados por Santiago Romé (2013). Para Agüero el pueblo del folklore no implica a los indígenas, pero tampoco pertenece a las clases urbanas letradas, dirigentes, son una “capa” intermedia entre ambas, rodean lo extraurbano. Desde una marcada diferencia, observamos que Virgilio Tosco (1962) respondió con una visión amplia de pueblo, evitó todo lenguaje biologicista y reconoció la cultura popular ya no limitada a las artesanías y el folklore, sino que la cultura no podía estar desligada del pueblo.
Por su parte, Lazaro Flury (1962) realizó acotaciones sobre el folklore, separó la etnografía del folklore, lo concibió como patrimonio espiritual y material, a diferencia de Agüero amplió su visión hacia lo material y como práctica de las clases populares, diferenciada de las ilustradas o civilizadas, sin lograr despegarse de una visión evolutiva y singular de la cultura. Otra diferencia que podríamos marcar es la mención del proceso de folklorización en un intento de evitar su cosificación.
En esta primera etapa señalamos el carácter fundacional y pedagógico que domina en los textos, definen de qué se trata cada disciplina, qué importancia tiene su estudio y qué aportes puede hacer a las prácticas, como así también debates sobre la definición de cultura, y temáticas que se vinculan con ejes de discusión en el campo cultural de la década de 1950, nos preguntamos si estas características tuvieron continuidad en la segunda etapa.
6 La figura controversial de Rodolfo Casamiquela, fue considerada como significante, emergente del discurso científico, figura conflictiva ante el tratamiento de las comunidades originarias, planteo desarrollado por Cecilia Palma (2012). En tanto que la biografía realizada por su hermano destacó su rol como investigador pionero en los ámbitos de Paleontología y Etnografía en Río Negro. (Casamiquela, 2012) Cabe señalar que su trayectoria fue reconocida como Premio Konex de Platino: Arqueología y Antropología Cultural, 2006.
7Se desempeñó como director hasta 1973, fue reemplazado por el prof. Nilo Fulvi, quien anteriormente fue director del Archivo de la provincia.
El primer número de la segunda etapa se inició con un prólogo escrito en nombre de la Dirección de Cultura, sin firma, pretendió dar continuidad a los objetivos iniciales, constituirse en un vehículo para mantener contactos permanentes con asociaciones culturales, bibliotecas y museos. Definió que la misión cultural consistía en “despertar (…) hacer conocer los valores rionegrinos en la provincia y más allá” (1971) Plantearon la revista como órgano de expresión, donde se refleje la actividad científica y literaria, como así también los problemas de la realidad social. En los artículos de esta segunda etapa salvo uno referido desde una visión filosófica fenomenológica a la concepción de alienación, no se vincula con temáticas del debate nacional, tampoco observamos el tratamiento de la situación contemporánea de la provincia enmarcada en el clima de movilización social y censura. Si bien se hizo mención que los trabajos serían seleccionados según la óptica de calidad, no se especifica un comité editorial.
La segunda etapa de M.C. fue editada por el departamento de bibliotecas y debe vincularse a la política editorial promovida por este, área que estuvo a cargo de Niram Marin Rucci, quien había realizado desde 1971 una convocatoria a escritores no sólo de las letras y las artes sino también de las ciencias para colaborar en las publicaciones del departamento. Entre las ediciones de este, figuran la recopilación de bibliografía que se denominó Francisco Javier: preparación del acto y dirección teatral, junio 1968-1971, luego bajo el título Escritores rionegrinos reunieron cuarenta trabajos de autores de la provincia, y con el nombre de Monografías editaron textos de análisis y de escritores como Gabriel García Marquez, Benito Lynch, entre otros. Específicamente MC, se propuso como objetivo el fomento de la actividad literaria del medio, a través de la publicación de textos que eran premiados en concursos organizados por la Dirección. De esta manera se constituyó el estado en espacio de consagración, legitimación y difusión de obras y artistas.
En el número de 1973 relataron problemas presupuestarios, trámites burocráticos, quizás estas hayan sido las razones que frenaron la continuidad de la revista, sumado al inicio de una nueva gestión gubernamental.
Misiones Culturales, mantuvo un promedio de treinta páginas. Se observa que se reiteraron escritores de la primera etapa como Nicasio Soria, pero predominaron nuevos: en el área de literatura María Rosa Zupcich, María Cristina Casadei, Abel Julio Cuenca y Adolfo Cristaldo, sus textos eran acompañados con un pie de página en el que se informaba si habían sido premiados en los concursos literarios de la Dirección. Una temática que tuvo continuidad con la primera etapa fueron los artículos sobre historia, se publicaron investigaciones de Héctor Rey8, artículos de Osvaldo Alvarez Guerrero, quien fuera subsecretario de asuntos sociales (1964-1966) en 1967 delegado por Bariloche en la primera reunión de coordinadores culturales y dirigente radical electo gobernador entre 1983-1989. Otro colaborador fue Miguel Hangel Gonzalez, antropólogo, en 1968 estuvo a cargo de investigaciones sociales del Ministerio de Asuntos Sociales, otros aportes en el área de filosofía a cargo de Maria Cristina Kaufmann de Yanielli y Victor Flury quien se desempañó como profesor de estética en la Universidad provincial de Neuquén; y en los estudios de literatura observamos la pluma de Natalio Kisnerman. Se destacó en el número de 1973 la mención de un homenaje firmado por la Dirección al escritor Héctor José Nervi.
Una diferencia a marcar respecto a las ediciones de la primera etapa es que en su mayoría son textos de autores residentes en la provincia, funcionarios y empleados de diversas instituciones del estado provincial como el Centro de Investigaciones Científicas y la Universidad Nacional de Comahue.
8 Héctor Rey, docente e investigador vinculado con el Archivo Histórico provincial, el Centro de Investigaciones Científicas de la provincia y la Universidad Nacional del Comahue. Cabe destacar su desempeñó en años posteriores como director del Centro entre 1974-76 y 1977-1983.
En síntesis, si bien la revista tuvo continuidad luego de un interregno de casi diez años de ausencia, se destacan claras diferencias entre ambos períodos. Una primera etapa que redunda en un estilo fundacional y un entrecruzamiento con debates con cierta diversidad de posiciones respecto a cultura, folklore, cultura popular, teoría del arte, educación artística; en tanto que, desde el número de 1971, no se observan discusiones ni interés por estas temáticas, se destaca la ausencia de la voz de las funcionarias, limitada a una mera firma institucional, esta ausencia no nos permite visibilizar diferencias entre la gestión de Neyens y Piccolo en la revista. Una característica común fue la juventud de los autores, salvo aquellos consagrados como el caso de Osvaldo Menghin.
En la primera etapa se vinculó a una concepción de cultura antropológica, polisémica, como síntesis entre lo material y espiritual, ligada a lo popular desde una visión amplia de pueblo que pretendió diferenciarse de un pueblo iletrado o rural, sin despegarse de términos como “elevación”. En tanto que en la segunda etapa fue más recurrente el señalamiento de la gestión como misión, como un despertar, sin especificar a qué o a quienes despertarían, y apeló a un lenguaje místico.
Dada la circulación de los autores por espacios de la administración provincial y las instituciones de formación consideramos que además de ser un órgano de difusión del área, se constituyó en un referente que permitió la difusión de investigaciones de temáticas regionales y contribuyó a la conformación de un campo intelectual y cultural provincial. Planteamos que junto al surgimiento de la provincia se conformó un campo de producción cultural-intelectual que influyó en la construcción de los discursos históricos, identitarios y artísticos. Al respecto observamos que los colaboradores de MC, tuvieron una presencia en el incipiente campo intelectual provincial, ya sea como funcionarios, colaboradores o invitados para dictar capacitaciones, organizar campañas de investigación, es decir se conformó una comunidad de sentido, un espacio de diálogo, sin llegar a consolidarse un grupo intelectual independiente que adscribiera a las Misiones Culturales, en los artículos se observa una diversidad de posiciones.
La primera etapa de la revista puede señalarse como un manifiesto de principios para una política cultural provincial. A diferencia de otras publicaciones en Misiones Culturales no hubo un interés por recuperar debates políticos sociales y partidarios, ni enmarcarse en una tradición de prensa de frontera, no se consideró que fuera un espacio periodístico sino un órgano de difusión intelectual a partir del cual se definían diversas posiciones. En tanto que tampoco observamos, salvo en algunos textos literarios, que se abogue por una construcción de identidad patagónica, pero si dominan artículos que insisten en la identidad rionegrina ya sea desde la historia, la prehistoria y la educación, y en este sentido podríamos en un futuro análisis marcar una diferenciación con el análisis observado por Martha Ruffini (2017) de Argentina Austral.
Los lectores ideales de la revista fueron probablemente los intelectuales de la región, ya que se distribuía en las bibliotecas e instituciones vinculadas al quehacer cultural, la segunda etapa no sólo pretendió formar una comunidad de sentido con un interés por una unidad provincial, sino que fue pensada como escaparate para la difusión de autores rionegrinos.
Observamos una escasa circulación de la revista, si bien desde la Dirección en la primera etapa los números eran enviados a las bibliotecas provinciales, pero no logramos hallar mención en los inventarios de las bibliotecas en la actualidad, por ello llama la atención la circulación en la bibliografía paleontológica de los artículos publicados en MC por Rodolfo Casamiquela.
Durante la gestión de Tosco no observamos reportajes o espacios para que el director de Cultura expresara sus posicionamientos en la prensa regional, por ello la revista vino a suplir este silencio. Distinta situación se observa en el segundo período, dado que se había conformado el campo cultural e intelectual y que también debe vincularse a la pérdida de funciones del área de Cultura, entonces la ausencia de la Dirección en los debates de temáticas propias del campo, implicó un desdibujamiento del área, y estos debates se trasladaron a la prensa, a la recientemente creada Universidad Nacional del Comahue y a otros espacios del gobierno como el Centro de Investigaciones Científicas, jornadas, congresos y conferencias promovidos por este.
En síntesis, Misiones Culturales tuvo una primera etapa que se consolidó como espacio de debate de temáticas propias de los campos culturales e intelectuales, pero dado que el área de gobierno a la que pertenecía, ocupaba un lugar periférico, gozó de un margen de libertad y autonomía respecto a posiciones oficiales.
Un eje para un próximo estudio es la relación de esta revista con publicaciones editadas por otros gobiernos provinciales, como así también con la revista Argentina Austral, del grupo empresarial Braun-Menendez Behety, especialmente cómo se analizó la identidad rionegrina y patagónica, qué debates en torno a la concepción de cultura se desarrollaron en la región, que continuidades y diferencias se puede marcar.
Agüero, D. (1959). Qué es el folklore. Misiones Culturales; 2, 39-49.
Altamirano, C. (dir). (2010). Historia de los intelectuales en América Latina II. Ciudad autónoma de Buenos Aires: Katz.
Arias Bucciarelli, M. (1996). Tendencias en el proceso de conversión de territorios nacionales a provincias. La pervivencia de un horizonte referencial. Revista de Historia; 6, 131-153.
Bona, A. y Vilaboa, J. (2013). Debates y perspectivas desde la prensa en un marco de conflicto social. Santa Cruz 1920-1922. V Jornadas de historia social de la Patagonia, Bariloche. Recuperado en: http://studylib.es/doc/8470002/actas-de-las-v-jornadas-de-historia-social-de-la-patagonia
Bourdieu, P. (1988). Cosas dichas. Barcelona: Gedisa.
Calás de Clark, M. R. (dir.) (2006). Historia de las letras en Catamarca. Buenos Aires: Dunken.
Delgado, V. y Rogers, G. (eds.) (2016). Tiempos de papel. Publicaciones periódicas argentinas. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Recuperado en: http://libros. fahce.unlp.edu.ar/index.php/libros/catalog/book/78
Echenique, J. (2013) Conflictos sociopolíticos en la región del alto vale de Río Negro y Neuquén, 1966-1976. Revista de Historia; 14, 21-42. Recuperado de: http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/historia/article/view/528/519
Facchinetti Luiggi, S. (1960). La novela como guía de perfeccionamiento social. Misiones Culturales; 4, 33-35.
Fernández, M. Guida, M. E. y Welti, M. E. (2011). Una singular articulación entre comunidad y saberes: las misiones de divulgación cultural en la Escuela Serena (Rosario, 1935-1950) Educación, Lenguaje y Sociedad; VIII (8), 39-54. Recuperado en: http://www.biblioteca.unlpam.edu.ar/pubpdf/ieles/v08a04fernandez.pdf
Ferrante, B. (2013). Prensa y prácticas literarias santacruceñas en las primeras décadas del siglo veinte: Del "centro" porteño a la "periferia" patagónica (1900-1930). Tesis de doctorado, Universidad Nacional de La Plata. La Plata. Recuperado de: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=tesis&d=Jte1050
Flury, L. (1962). Acotaciones sobre el folklore. Misiones Culturales; 7, 27-30.
Formiga de Tosco, L. (junio, 2015). Entrevista.
Formiga, L. (1960) En torno a la literatura infantil. Misiones Culturales; 4, 36.
García della Costa, F. (1974, 21 de setiembre) Editorial. El Provincial.
Guzman, H. (2006). El surgimiento de las revistas culturales en Santiago del Estero. La Razón Histórica. Revista hispanoamericana de Historia de las Ideas; 33, 98-109.
Homenaje a Fernando Rajneri, (1973, 8 de julio) Río Negro.
Ioras, T. (1960) Cultura. Misiones Culturales; 4, 1-2.
Korn, G. (2009). La revista Cultura (1949-1951). Una sutil confrontación. En Panella, C. (comp.). El gobierno de Domingo A. Mercante en Buenos Aires (1946-1952). Un caso de peronismo provincial. (págs.157-173). La Plata: Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
Koselleck, R. (1993) Futuro pasado. Barcelona: Paidos.
Lafleur, R. Provenzano, S. y Alonso, F. (1968). Las revistas literarias argentinas 1893-1967. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
Martínez, A. T. (2007). Para estudiar campos periféricos. Un ensayo sobre las condiciones de utilización fecunda de la teoría del campo de Pierre Bourdieu. Trabajo y sociedad; 9 (IX), 1-31.
Martínez, A. T. (2013). Cultura, sociedad y poder en Argentina. Santiago del Estero: Edunse.
Prislei, L. (comp.). (2001). Pasiones sureñas. Prensa, cultura y política en la frontera nordpatagónica (1884-1946). Buenos Aires: Prometeo/Entrepasados.
Prislei, L. (dir.) (2015). Polémicas intelectuales, debates políticos. Las revistas culturales en el siglo XX. CABA: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Rafart, G. y Mases, E. (2001). El peronismo desde los territorios a la Nación. Su historia en Neuquén y Río Negro 1943-1958. Neuquén: EDUCO.
Riganti, A. (1960). La realidad de una cultura argentina. Misiones Culturales; 4, 3-4.
Romé, S. (2013). Folklore argentino: aspectos introductorios. Arte e Investigación; 9, 106-112.
Romero, L. A. (2004). Sociedad democrática y política democrática en la Argentina del siglo XX. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.
Ruffini, M. (2005). Peronismo, territorios nacionales y ciudadanía política. Revista Avances del Censor; V (5), 132-148.
Ruffini, M. (2016). Políticas de la memoria. El Estado y la construcción identitaria durante los primeros gobiernos electivos: Río Negro, 1955-1976. Boletín Americanista; LXVII-1 (72), 109-130.
Ruffini, M. (2017). La Patagonia mirada desde arriba. Rosario: Prohistoria.
Ruffini, M. (2019). Perspectivas y enfoques de un campo en construcción: la historiografía sobre la prensa patagónica. Revista electrónica de Fuentes y Archivos; 10, 211-227.
Salomón Tarquini, C, Prina, F. y Perez, S. (2016). Pampeanidades en disputa: discursos sobre la identidad regional en tres revistas culturales pampeanas. Pilquen-sección Ciencias Sociales; 19(3), 79-91.
Tosco, V. (1961). La acción cultural y el estado. Misiones Culturales; 5, 25-26.
Tosco, V. (1962). De la cultura. Misiones Culturales; 7 (IV), 7-8.
Valle, M. Y. (2016). ¿Es posible gobernar la cultura? Políticas culturales y visiones hegemónicas en Río Negro, 1973-1983. Tesis de doctorado. Universidad Nacional de Quilmes. Bernal.
Varela, M. T. (2007). La prensa como dinamizadora del espacio público: el periódico La Nueva Era en Viedma, capital del territorio nacional de Río Negro, durante el primer yrigoyenismo, Revista Escuela de Historia; 6, 21-42.
Zannoli, G. (1960). El cuento infantil y su finalidad docente. Misiones Culturales; 4, 38-40.