Sadin, Éric. (2024). La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas. Caja Negra Editora, Ciudad de Buenos Aires. 240 páginas. ISBN 978-987-8272-17-7
María Virginia Hartwig AcostaEl libro “La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas” de Éric Sadin (2024) fue impreso y encuadernado en marzo de éste año en Elías Porter y Cía., en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. En su traducción al español por Margarita Martínez, cuenta con 240 páginas divididas en la Introducción, seguida de 4 partes subdivididas por temas, para finalizar con el epílogo.
El filósofo francés, a lo largo de su vasta trayectoria y escritos, recupera en la obra un tono crítico sobre la omnipresencia de las tecnologías digitales y las inteligencias artificiales generativas en la vida cotidiana de los seres humanos.
El libro comienza con la introducción “El presente que viene”, afirmando que la técnica, a lo largo de los años, ha producido un fantasma que nos doblega en todos los ámbitos de la vida en los que nos movemos. Luego de la pandemia mundial por COVID, todo esto se intensificó, a tal punto de quedar estupefactos y confundidos frente al auge desenfrenado de la digitalización y la “confusión entre los flujos de la vida y los flujos digitales” (p.17).1 Esto conllevó a que la humanidad se viera de buenas a primeras, sumergida en una vida espectral.
Dentro de todo este flujo digital, los seres humanos buscan las mayores comodidades a cambio de menores esfuerzos; el mundo que ahora nos rodea es un mundo de “píxeles y gestionado por sistemas de inteligencia artificial en constante sofisticación” (p. 23). Así, el filósofo asevera que nada queda al azar, sino que se calcula y ajusta a las necesidades y expectativas de nuestras vidas.
La primera parte, titulada “La trinidad fractal: Tecnología, Cuerpo, Sociedad”,recupera la relación intrínseca entre la humanidad y la técnica, y explica cómo la última supera y domina a la primera. Por más esfuerzos que se realicen, la tecnología se impondrá y brindará versiones mejoradas y sofisticadas frente a las diversas situaciones de la vida cotidiana. En este sentido, el autor realiza un recorrido histórico a partir de la década del ‘40 con el surgimiento de la cibernética, para llegar a la década del ‘80 con el advenimiento de la pantalla. Tanto la televisión como las computadoras personales, contribuyeron a disociar a las personas de los entornos reales en los que estaban inmersos. Por captar una total atención, acercaron lo que estaba lejos, y alejaron lo que se encontraba cerca: “Distracciones, cultura, comunicaciones, compras, gestión de la vida cotidiana se desarrollan desde la computadora y hacen surgir un mundo cuyo punto de convergencia principal se sitúa de ahora en más dentro de la pantalla” (p. 75). En este punto comienza lo que el autor denomina la pixelización de las vidas.
Todo esto, está inmerso en el sistema capitalista que así lo impone y demanda para sus fines y objetivos. La irrupción de la interfaz táctil es la puerta de entrada al metaverso al que nos invitó Mark Zuckerberg en el 2023, y mediante el cual Sadin afirma que estamos cada vez más fijos e inmóviles.
La segunda parte del libro, bajo el título “La refabricación de lo real”, postula a la Inteligencia Artificial como aquello que permite no solo calcular y cuantificar conductas, sino mejorar y optimizar las decisiones posibles para cada momento de la vida, a partir de un promptismo generalizado. El autor, a partir de aquí, afirma que estamos ante “un monitoreo robotizado de los flujos de la vida” (p. 104), que indefectiblemente se inscribe en el aquí y ahora. Esa relación íntima con lo real, da lugar a la creación de otras realidades posibles. Ya no basta con hablar de simulacro: estamos frente a nuevas realidades que se viven como tales.
La tercera parte, “El otro fantasma”, muestra cómo las relaciones humanas han entrado al mundo del utilitarismo económico. Al respecto, Sadin postula que se ha llegado a una tecnologización de las relaciones, mediadas éstas por tecnología digital y marcadas por el distanciamiento de los cuerpos. No fue sino con la llegada de la pandemia cuando las personas comenzaron a verse mediante pantallas y píxeles hasta llegar a convertirse en avatar. Así, “está surgiendo un gigantesco mercado de la apariencia avataresca. Ya no es el simulacro lo que se hace pasar por lo real, sino que es el régimen de la pura apariencia lo que se está convirtiendo en el hogar más vivo de nuestras realidades” (p.171). Es lo espectral, entonces, lo que suplanta práctica y simbólicamente a las relaciones cara a cara.
La cuarta y última parte, “El proceso de desubjetivación”, invita a reflexionar sobre un nuevo modo de subjetividad: el que ocurre a través de las pantallas y la pixelización de nuestras vidas. A esto, el autor lo denomina una subjetividad desvitalizada. Las inteligencias artificiales generativas han contribuido a la deshumanización y la negación del hecho de ser humanos. El “robot conversacional” ChatGPT, capaz de imitar el lenguaje, ha demostrado no llegar al lenguaje “natural” de los seres humanos. A partir de aquí, el autor hace una invitación: Llegó el momento de “plantear la cuestión de la lengua –la lengua más viva de la que se trate, aquella de la que queremos hablar en nombre propio y dentro de un conjunto verdaderamente común- como el otro desafío moral, político y civilizatorio de nuestro tiempo” (p. 192), el cual se suma a la imperante preocupación ecológica.
Todo lo anterior se inscribe, entonces, en un proceso de des-corporeización y des-vitalización de nuestras mentes producto del desarrollo de las IA generativas y el metaverso.
El autor comienza a cerrar su libro planteando un interrogante: “¿Es tan difícil dar un simple paso al costado para entender que se trata de procesos inscritos al término de una larga historia del capitalismo, que hoy llegaron a enmarcar la vida humana y a despojarnos de nuestras facultades, en nombre únicamente de intereses privados y de una visión estrictamente utilitarista del mundo?” (p. 213).
El epílogo da el cierre a una obra que reflexiona en torno a la creciente presencia de la tecnología digital y las inteligencias artificiales generativas en la vida cotidiana, inmersas en un capitalismo industrial –histórico- capaz de versar sus intereses a cambio de la libertad y pérdida de la esencia humana. Se reafirma la imponencia del acompañamiento digital frente a un estado de quietud y pasividad constantes por parte de la humanidad. La negación de la naturaleza humana ha cruzado un límite irreversible y es hora de accionar en pos de recuperar dicha esencia.
La presente obra se convierte en un importante aporte para el campo de las Ciencias Sociales, ya que explica la necesidad inminente de replantear el modo en que las tecnologías digitales transforman radicalmente la esencia del ser humano a través de su mediación constante en la vida cotidiana. El lenguaje, la capacidad crítica y de pensamiento, y el modo de las relaciones humanas, han perdido su esencia. El libro hace un llamamiento a recuperar nuestra dignidad, creatividad, y autenticidad frente a un mundo que nos impone la mercantilización y digitalización plenas de la vida humana.
1 Todas las citas textuales del presente artículo corresponden al autor y libro reseñado.