Una experiencia de comunicación universitaria analizada desde el campo comunicación/educación
An university communication experience analized from the communication/education field
Marcelo TedescoEl presente trabajo se propone como una instancia de reflexión de una práctica de comunicación-educación ocurrida a partir de la creación de la radio de la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, Argentina). Tiene como objetivos interpretar los procesos de comunicación ocurridos en ella como construcciones capaces de mostrar enfoques alternativos a las miradas constituidas desde el poder institucional, analizar cómo la puesta en funcionamiento de este espacio de mediaciones es una experiencia singular en el campo de la radiodifusión universitaria, y reconocer su alcance en términos de democratización de la comunicación.
En sintonía con Espitia Vázquez y Valderrama (2009), se supone que el interés de esta reflexión radica en que una mayor comprensión del lugar de la información y el conocimiento en la manera o maneras en que ciertas prácticas culturales y procesos de subjetivación y socialización devienen en política, y de las formas como operan las mediaciones asociadas con la interrelación comunicativa, ayuda a comprender -académica y políticamente-, la crisis de representación relacionada con el sentido mismo de las instituciones conformadoras de la realidad social, y con la participación política de un colectivo –en este caso universitario- que dinamiza nuevos sentidos de ciudadanía, entendida esta como la posibilidad de hacer efectivos nuevos derechos.
La configuración del campo comunicación/educación se produjo, en parte, como consecuencia de corrimientos en los modos de conceptualizar los procesos de la comunicación y los fenómenos educativos, muy ligado a entenderlos como parte constitutiva de los procesos de producción cultural. Por ello, alejados de los reduccionismos que analogan la comunicación a lo mediático, o la limitan a la tecnologización de los procesos comunicativo-educativos, se considerará aquí al fenómeno como un proceso inacabado, en continuo, y dotado de una complejidad y densidad que no se agotan en estas consideraciones.
La Universidad Nacional del Sur puso en marcha su emisora el 28 de agosto de 2012. El permiso para emitir en 1240 kHz de amplitud modulada fue otorgado por el Decreto 5.753 del 23 de abril de 1958 firmado por el presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, por el cual se transfirieron ocho emisoras a las universidades nacionales entonces existentes, aun cuando las universidades de La Plata y Litoral ya tenían radios.
Como señalan Morandi y Ros (2012), en las perspectivas desarrollistas propias de las décadas de 1950 y 1960, los medios de comunicación y su progresiva expansión, comenzaron a visualizarse como herramientas sumamente potentes para la transmisión de información, que vendrían a reemplazar los modos tradicionales de la comunicación escolar, como parte del conjunto de estrategias modernizadoras que se aplicaron a los sistemas educativos de la región. A pesar del tiempo transcurrido, los sucesivos vaivenes políticos y presupuestarios experimentados por la Universidad fueron uno de los principales factores que impidieron la puesta al aire del nuevo medio. Como dato cabe destacar que el Instituto Tecnológico del Sur (antecedente de la UNS que funcionó entre 1948 y 1955) y la UNS a partir de 1956 no fueron ajenos a los avatares políticos nacionales entre 1955 y 1983: en ese período hubo 24 funcionarios a cargo bajo las figuras de “Rector”, “Interventor”, “delegado de los asuntos de despacho”, etc. Sólo fueron 4 electos estatutariamente, en un proceso de creciente inestabilidad política e institucional que tuvo su corolario a partir de mediados de la década de 1970 con el cierre de carreras, la fusión de Departamentos, las persecuciones, las cesantías, los asesinatos y las desapariciones de miembros de la comunidad universitaria provocados por la actividad represiva de las Fuerzas Armadas y las organizaciones parapoliciales del último período del gobierno de Isabel Perón y de la dictadura cívico-militar iniciada en marzo de 1976.
Junto a ello, las obras dedicadas a la historia de la UNS, tanto en una perspectiva macro (Cernadas et al., 2006) como enfocadas en procesos particulares (Orbe, 2004) coinciden en destacar que la presencia castrense en el ámbito geográfico de la Universidad (Base Naval Puerto Belgrano, Comando del III Cuerpo de Ejército, Prefectura Naval Argentina y Gendarmería Nacional) junto a un medio de comunicación predominante de carácter pro-militar y conservador como La Nueva Provincia (diario, Canal 9 y LU 2), fueron gravitantes en la orientación política de la ciudad –y consecuentemente de la Universidad- hasta bien entrada la década de 1980.
Tales factores fueron fundamentales para que nunca se concrete la puesta en funcionamiento de la emisora hasta la fecha mencionada. Sin embargo, una vez decidida la instalación y emisión, la documentación revela que el desafío asumido no fue generar un espacio alternativo de cátedra, sino integrar un nuevo espacio de acción política dentro de un proyecto educativo.
El proyecto que establece la organización y funcionamiento de la radio fue elaborado sobre una serie de premisas básicas: la democratización de la comunicación, la oferta de miradas y voces alternativas sobre la realidad social, y una fuerte implicación local y regional. A los fines de este trabajo, se señalará rápidamente alguna de sus características particulares. En primer lugar, la radio nace con una fuerte expresión política, entre otras. (Res CSU 242/2012):
la radio de la UNS debe ser una emisora pública en su fundamento y responsabilidad, generalista en su variedad de contenidos, pluralista en su visión de la realidad, comprometida con los temas y problemas de su comunidad y asociada a los proyectos de la Universidad (…) Será un servicio público esencialmente cultural, informativo y formativo, que tienda a la preservación de los valores democráticos de libertad, verdad y solidaridad (…) receptora de las problemáticas sociales, económicas, culturales y educativas de la ciudad y la zona, y ofrecerá su ámbito para la discusión de las mismas, garantizando la pluralidad ideológica y el respeto a la libertad de expresión (…) Será vehículo de expresión de las propuestas, inquietudes y problemáticas de todos los miembros de la comunidad universitaria y de las distintas dependencias que constituyen la UNS.
Desde fines de la década de 1970 se utilizan como conceptos para analizar la democratización de la comunicación el acceso y la participación. Las definiciones elaboradas por la UNESCO en Belgrado en 1977, clasifican al acceso en dos niveles: a) el de la elección del material, y b) el de la retroacción; y la partici¬pación, según tres niveles: a) la interven¬ción de la población en la producción de los mensajes, b) la intervención en la toma de deci¬siones, y c) la contribución para la formula¬ción de planes y políticas de comunicación masiva (Oriol Costa, 1986, cit en Rossi, 2006).
La elección material refiere a la posibilidad del público de disfrutar diversos y plurales soportes comunicacionales. En este sentido, la puesta al aire de una emisora de radio, que el medio circundante a la Universidad (entendido como la zona primaria sobre la que extiende su influencia científica y académica) pueda sintonizar de manera efectiva, con calidad sonora, con un radio de alcance de aproximadamente 280 kilómetros, materializa para a la población una nueva posibilidad, sobre todo de carácter diferencial a la mayoría de las existentes. Considerando su alcance sonoro por aire, la radio puede ofrecer servicio a más de 650 mil personas. Por otro lado, si se tiene en cuenta que los docentes y no docentes residen en la ciudad de Bahía Blanca, junto al 47% de los estudiantes y sus familias, y que el 32% no reside en ella pero proviene de localidades de menos de 300 kilómetros (definida en el cuadro como zona 1), es posible concluir que la radio es accesible por aire para casi el 85% de su círculo primario de oyentes, supuestos estos en la comunidad universitaria y sus familias.
Considerando como factor de análisis la democratización de la comunicación desde la participación en la producción de los mensajes, puede apreciarse que la emisora tiene un marcado acento en la actuación de la comunidad universitaria en primer lugar y de la comunidad local luego, en la producción de piezas comunicacionales que tienen su espacio en la definitiva conformación de la grilla de programación. Según su proyecto rector, la radio realiza convocatorias anuales a interesados en hacer programas en ella. Los espacios no se cobran y el único requisito es tener idoneidad en los temas a tratar y conformar grupos de tres o más integrantes.
El cuadro presentado a continuación ilustra la cantidad de propuestas aceptadas, las horas de programación cedidas y puestas al aire, y la cantidad de participantes en todos los programas seleccionados, entre otros datos:
Tabla 1 Elaboración propia en base a datos de las actas del Consejo de Programación de Radio UNS
Pasquali (1991) propone que los medios públicos deberían basarse en una doble independencia: económica y política. La independencia económica remite a que los criterios de programación no queden sometidos a una lógica puramente comercial. La independencia política refiere a que el servicio público no debe depender del gobierno de turno, para que el servicio público no termine siendo radiodifusión oficialista.
Por eso, otro eje de análisis del medio en cuestión como un espacio de democratización de la comunicación es su forma particular de gestión, que la hace única entre las 55 emisoras universitarias existentes hasta el momento en Argentina. La dirección de la radio está a cargo de un Consejo de Programación integrado por todos los sectores de la Universidad (docentes, no docentes y alumnos) designados por el Consejo Superior Universitario, que ejerce el gobierno plural y participativo de la emisora (Res CSU 242/2012). La conformación del Consejo de Dirección se realiza con representantes de todas las listas políticas de la UNS que tienen bancas en el Consejo Superior Universitario. Es decir que las listas de docentes, no docentes y alumnos que en virtud de las elecciones que se realizan periódicamente en la universidad para renovar representantes en los organismos colegiados de gobierno acceden a dichos cargos, tienen también la posibilidad de tener un representante en el Consejo de la emisora. En el artículo 32 de ese reglamento, se establece que sus funciones son:
1) Evaluar semestralmente la programación y su sujeción al perfil de la emisora y la misión y objetivos establecidos para ella.
2) Evaluar, aprobar o rechazar las propuestas de programación solicitadas bajo cualquiera de las formas mencionadas.
3) Sugerir modificaciones en los proyectos presentados.
4) Decidir sobre el levantamiento de programas cuando medie causa justificada.
5) Evaluar el desempeño en general de la emisora y su personal.
6) Asistir a cada reunión que convoque su Presidente por cualquier motivo.
7) Fijar para cada caso el valor de los espacios de aire de las producciones comerciales que se incorporen a la programación de la emisora.
8) Aprobar las propuestas de su Presidente para la utilización de los ingresos publicitarios.
9) Dictar su propio reglamento de funcionamiento para someterlo a aprobación del CSU.
Actualmente, y apenas a poco más de cinco años de su puesta en marcha, es posible ver cómo la radio se articula con el resto de la institución y con el resto de la comunidad regional como un verdadero sujeto social, ya que como señala Buenfil Burgos (1992) “un sujeto social se conforma a partir de las prácticas en espacios sociales diversos, y se constituye particularmente mediante las interpelaciones ideológicas que tienen lugar en un ámbito organizado por concepciones y valoraciones que se vierten en rituales prácticas y convenciones”.
Un repaso por los 195 proyectos de programa presentados en las convocatorias realizadas en el marco temporal de este trabajo (2012 a 2015 inclusive) presentan como tópicos comunes la importancia de que la Universidad haga escuchar su voz sobre las problemáticas de la ciudad y la región; la necesidad de dialogar con la comunidad a partir de los saberes académicos y las necesidades sociales; la importancia de contar con espacios para expresar posturas, conocimientos, etc. que contribuyan a la construcción de una agenda diferente a la de los medios comerciales y que brinden posibilidades a actores y sectores habitualmente no presentes en ellos; y la posibilidad de abordar temas no redituables para otros medios (radioteatro, arte con perspectiva de género, discapacidad, murga, etc.), entre otros.
La escuela, y la universidad como su máxima expresión, tienen como finalidad fijar al individuo a un determinado proceso de producción de sentido. Sin embargo, es posible ver cómo la democratización de las voces en la comunicación no se produce por sí misma, sino que hay que promoverla creando dichos espacios, ya reconocemos aquí que el campo cultural es un campo de batalla por la construcción de sentido. Cada año participan en los grupos estables de producción de los contenidos de la radio decenas de personas, entre docentes, no docentes y alumnos secundarios y universitarios, además de productores externos. A este número deben agregarse los posibles invitados ocasionales que circulan por los entre 20 a 30 programas que la radio pone al aire cada año semanalmente.
Frente a un discurso mediático que -por economía de escala, influencia corporativa, propiedad económica de los medios y necesidad de creciente masificación del mercado- se vuelve cada vez más monocromo, el desafío fue recuperar la policromía (o mejor dicho, polifonía) de otros actores sociales. La emisora, a partir de las características mencionadas y de la programación que se ha estructurado, permite la circulación de discursos alternativos a los medios comerciales, insertos en los procesos de globalización cultural, además de recuperar el componente de la oralidad dialógica en la construcción del conocimiento.
La radio universitaria posibilita multiplicar voces. Entre ellas la de los trabajadores universitarios para dar a conocer nuestros puntos de vista no solo de cuestiones referidas a la UNS, sino también al sistema universitario nacional y a las políticas laborales que se implementan en nuestro país. Destacamos nuestra contribución a la memoria, esperada y necesaria, con los dos primeros programas recordando a compañeros, víctimas de la represión, que estuvieron silenciados durante años. Para nosotros era imprescindible que desde un espacio institucional se los recordara. Eso repercutió en todos nosotros. Pudimos dialogar desde el micrófono y después, en la cotidianeidad del trabajo y de la vida, con muchos compañeros interesados en la historia de la UNS” señala Roberto Cimatti, consejero superior por el claustro no docente y conductor del programa “Atrapados en Azul” (Entrevista N° 1).
Desde un aspecto más curricular, la doctora Gabriela Cabeza, conductora del programa de divulgación científica “Causa y Efecto”, agrega: “la radio me pareció una excelente oportunidad de dar a conocer a la población en general qué es la Física, de qué se trata, para qué sirve. Como dice Silvio Rodriguez en su canción “El escaramujo”: saber no puede ser un lujo…” (Entrevista N° 2).
Así, puede verse que el desafío principal no fue sólo generar contenidos alternativos –condición necesaria, pero no suficiente- sino generar otros lenguajes, otras prácticas y otros lazos sociales. Mediante la capacitación llevada a cabo en forma de talleres para los participantes de los proyectos seleccionados, se buscó generar un empoderamiento de los actores que conforman el colectivo educativo de la Universidad a partir de la socialización de la palabra y el ejercicio del derecho a la comunicación, y también un empoderamiento respecto a formas y prácticas de la comunicación consideradas en ciertos inconscientes colectivos como privativas de un sector profesional, cuando desde el proyecto se asume que la comunicación es un fenómeno mucho más amplio que la tarea de los comunicadores.
Melina Rodríguez Prieto, alumna de Abogacía e integrante del equipo de “Leyes en el Aire”, explica:
Somos doce alumnos en el grupo de trabajo, y los motivos que nos movilizaron a presentar el programa fueron diferentes para todos, pero en general coincidimos en que realizar sería una manera diferente de difundir información de interés, tocar contenidos de las materias con otra mirada, ahondar en los temas que en clase no se pueden llegar a discutir con más profundidad por estar fuera del programa de estudio, y divertirnos con nuestra propia especialidad, al poder ejercer la crítica y el humor en un campo como el Derecho, algo que no es común ni en clase, ni en los tribunales (Entrevista N° 3).
En este proceso la radio produjo
una diferencia situada, es decir, una diferencia con relación a algo local, que tomó cuerpo en un lugar determinado donde adquirió ciertos significados. Todo este asunto puede resumirse de la siguiente forma: la cultura (tanto como la educación y la comunicación) no es útil cuando la pensamos como una sustancia, es mucho mejor pensarla como una dimensión de los fenómenos, una dimensión que pone atención a la diferencia que resulta de haberse corporizado en un lugar y una situación determinados (Appadurai, 2001, p. 9).
Así, en la radio ocurren estos procesos de transmisión de la herencia, al mismo tiempo que otros que marcan sus posibilidades de reinvención, situando en ella el epicentro de la discusión del carácter conflictivo de todo proceso de transmisión cultural. Volviendo a Appadurai (2001) es posible ver que “los medios de comunicación electrónicos transforman el campo de la mediación masiva porque ofrecen nuevos recursos y nuevas disciplinas para la construcción de la imagen de uno mismo y del mundo” (p. 3), y en este marco la radio actúa como un espacio de articulación, en sus lógicas de producción y de conocimiento, de imbricación constitutiva en la relación entre prácticas y teorías, y entre teoría y política, donde se rescata la comunicación como inacabada, siempre abierta a la reconstrucción generacional, a la tensión y al conflicto.
Como señala Freire (1994) refiriendo quizás a la mayéutica capaz de generar la propia reflexión en el otro más que a la interrogación pura y llana tan propia de la situación áulica,
Solamente el diálogo, que implica el pensar crítico, es capaz de generarlo. Sin él no hay comunicación y sin ésta no hay verdadera educación. Educación que, superando la contradicción educador-educando, se instaura como situación gnoseológica en que los sujetos inciden su acto cognoscente sobre el objeto cognoscible que los mediatiza.
El pedagogo brasilero hace hincapié en su obra en la dialogicidad como elemento constitutivo del proceso educativo, pero en una dialogicidad reconocedora e identificadora de y con el otro. Existir, para Freire (1994), es comunicar, la comunicación verdadera sólo surge de la praxis transformadora. Así, existir como alumno es poder comunicar como alumno. En este aspecto, decir la palabra implica un encuentro para la transformación, un encuentro que es un hecho de comunicación/educación: se inter-influye, se confluye, se interviene, se transforma y se completa al otro en el hecho de decir. Recuperando a Martín Barbero, y como se ha señalado más arriba, lo central no es el medio, ni el contenido, sino la mediación. Porque “el poder produce ciertas formas de conocimiento, utilizándose tal conocimiento para legitimar y extender los intereses de aquellos a quienes sirven los efectos de tal poder, y para justificar la sujeción de determinados grupos sobre la base de normas trascendentes” (1994). Dar la palabra, permitir cuestionar e instalar miradas, enfoques, posturas y críticas, es una de las bases para comenzar la deconstrucción de ese poder.
El período transcurrido desde la puesta en marcha, y sobre todo la experiencia cotidiana de los sujetos y grupos que intervienen en este espacio, han demostrado que es un ámbito altamente capaz de mostrar enfoques alternativos a las miradas construidas desde el poder institucional mediante una percepción genuina elaborada por los propios protagonistas. Es posible ver cómo desde el esfuerzo de un colectivo se puede, en numerosos aspectos, colaborar a empujar los límites socialmente dados (reales, pero sobre todo los simbólicos) dentro de los cuales los seres humanos construyen sus historias. Uno de ellos es mediante el reconocimiento de las formas en que estos sistemas de subordinación se legitimaron a sí mismos, cómo terminaron dogmatizándose, y cómo lo que no es más que un orden construido llegó a incorporarse como algo naturalizado: las prácticas áulicas, las formas de enseñanza e investigación, la ordenación política de la Universidad y sus organismos de gobierno, el rol de los claustros, etc.
Además, puede verse que la puesta en funcionamiento de este espacio de mediaciones es una experiencia singular en el campo de la educación, donde priman procesos de comunicación unidireccionales desde los sujetos legitimados como poseedores de los saberes hacia quienes se encuentran en situaciones de aprendizaje. En la emisora, estos sujetos articulan no sólo como receptores, sino que pueden también convertirse en creadores de mensajes, en sujetos protagonistas de la circulación de discursos en un ámbito institucionalizado desde la propia Universidad. Así, se produce un fenómeno de “dialogicidad” que, en términos de Freire (1994), tensiona con los constructos institucionales, pero a la vez los completa. Puede verse cómo en la radio hay “transmisión de la herencia” en cuanto al abordaje de contenidos por parte de los programas más relacionados con las actividades curriculares, pero también espacios de posicionamiento más libre y no condicionados por materialidades como los espacios de cátedra, sino que funcionan como espacios –se insiste, en ámbitos permanentes e institucionalizados- de distribución de la palabra en igualdad de condiciones en un ámbito tradicionalmente jerárquico y donde la transmisión es fuertemente direccionada, como es la Universidad.
Desde la radio se ofrece un espacio institucionalizado donde diversos actores pueden construir su propio discurso, entendido en términos de Laclau y Mouffe (cfr. 1987), como sistema de identidades diferenciales que existen como limitación parcial de un “exceso de sentido” que los subvierte, y donde hay un espacio de mediaciones que actúa como interfaz sujetos y prácticas, porque “lo hegemónico nunca es completo, también contiene a su otro”, recuerdan los autores. También, significa un ámbito institucionalizado de participación de los diversos sectores de la comunidad universitaria (docentes, no docentes y alumnos) que por la forma de selección y las atribuciones conferidas al Consejo de Dirección del medio en la normativa citada, representa un caso único en el colectivo radiofónico universitario argentino en términos de democratización de la comunicación.
Por lo expuesto, se puede apreciar cómo el colectivo encuentra uno de sus anclajes en la pretensión de contar, de articular un relato capaz de sostener y socializar la palabra, romper el pensamiento dominante y dar significados propios a la realidad en un contexto de relaciones, un tiempo, un lugar y una historicidad determinados. Puede apreciarse cómo la radio busca funcionar como un espacio de apropiación de la palabra.
En un contexto donde “las transformaciones contemporáneas dan cuenta de la presencia de nuevas lógicas de regulación social articuladas con las lógicas del mercado y la producción de subjetividades que se deslizan de la categoría de ciudadano a la de consumidores” (Morandi-Ros, 2012) la radio ofrece un espacio para el ejercicio del “ser-en”, del “ser-como”, y del ejercicio de la ciudadanía universitaria, entendiendo ésta como la posibilidad de ejercer derechos en el ámbito de la institución. En este caso, aún con las limitaciones propias del medio en cuanto a horario y personal, se trata de la materialización del derecho humano a la comunicación para las decenas de docentes, no docentes, alumnos y externos a la UNS que anualmente están involucrados en la producción y puesta al aire de programas (cfr. tabla 1)
Así, ocurre algo similar a lo que Martín Barbero señala sobre el ámbito escolar y la comunicación: “Menos ligado a los contenidos que a los modos de elaboración y comprensión, el aprendizaje escapa ahora también a las demarcaciones de edad y los demás acotamientos temporales que facilitaban su inscripción en un solo tipo de lugar, agilizando su control” (2002).
Además, en la radio hay un entrecruzamiento entre los componentes estéticos del lenguaje radiofónico (música, palabras, sonidos y silencios) que configuran una nueva narrativa fronteriza entre el arte y el discurso, entre la ciencia y la divulgación, entre el contenido experto y la pregunta, que lo contiene pero no lo agota, por la maravillosa capacidad del hecho estético de disparar significados más allá de la intencionalidad de los creadores.
Por eso, si se inscribe la gestión del campo comunicación/educación en una perspectiva no conductista, organizacional, gerencial o administrativista, se puede resignificar su accionar político como gestación de procesos colectivos con los otros, donde la apropiación de tales procesos colectivos consista en poblarlos con sus propias intenciones y acentos, pero a la vez trabajando por el entrecruzamiento de las matrices culturales de los grupos sociales y sociedades donde tienen lugar estas prácticas (cfr. Espitia Vázquez-Valderrama, 2009). Porque como dice Martín Barbero (2000)
si comunicar es compartir la significación, participar es compartir la acción. La educación sería entonces el decisivo lugar de su entrecruce. Pero para ello deberá convertirse en el espacio de conversación de los saberes y las narrativas que configuran las oralidades, las literalidades y las visualidades. Pues desde los mestizajes que entre ellas se traman es desde donde se vislumbra, expresa y toma forma el futuro.
Appadurai, A. (2001). La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Buenos Aires: Ediciones Trilce/ Fondo de Cultura Económica.
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Fuentes documentales
Actas del Consejo de Programación de AM 1240, Radio Universidad Nacional del Sur.
Archivo de propuestas de programas de AM 1240, Radio Universidad Nacional del Sur.
Entrevistas realizadas
- Roberto Cimatti, trabajador no docente de la UNS (Entrevista N° 1).
- Gabriela Cabeza, profesora del Departamento de Física de la UNS (Entrevista N° 2).
- Melina Rodríguez Prieto, alumna de abogacía de la UNS (Entrevista N°3).