El péndulo Diamand. Alcances y limitaciones para pensar el desarrollo político-económico en la Argentina reciente (2015-2024)
The Diamand pendulum. Scope and limitations for thinking about political-economic development in recent Argentina (2015-2024)
Guido CanevariLos dos textos de Marcelo Diamand (1929-2007), “La estructura productiva desequilibrada. Argentina y el tipo de cambio” (1972) y “El péndulo argentino: ¿empate político o fracasos económicos?” (1977), aportan claves para pensar el desarrollo económico argentino actual en dos puntos: 1) la presencia de un aspecto económico estructural, la restricción externa, que explica las dificultades que encuentra el país para desarrollarse, o al menos para sostener ese proceso en el tiempo, y 2) la falta de consenso en las políticas a largo plazo, lo que lleva a una alternancia en clave de movimiento pendular,entre políticas de tipo ortodoxas y políticas de tipo populista. Esta alternancia no se debe, como explican algunos autores,al empate hegemónico, es decir a las resistencias que se oponen entre estas dos tendencias, sino al mismo aspecto económico estructuraldel punto 1), o sea, la restricción externa.
El objetivo es aplicar los planteos de Diamand, plasmados en la década del ’70, al análisis del desarrollo político-económico en la Argentina reciente (2015-2024) y reflexionar sobre sus alcances y limitaciones. Por ese motivo, el primer apartado aborda lo planteado por el autor con respecto a la restricción externa, mientras que el segundo utiliza el concepto de péndulo y la dinámica diagramada por Diamand para explicar la alternancia política entre 2015 y 2024. Por este motivo, el segundo apartado estará dividido en tres etapas: el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), el de Alberto Fernández (2019-2023) y el de Javier Milei (2023). El tercero analiza la actualización que en el último tiempo tuvo elconcepto de restricción externa para comprender el caso argentino, lo que permitirá ver tanto “alcances” como “límites” que tiene este concepto al aplicarlo a la actualidad. Por último, se reflexionará sobre la posibilidad de aplicar la dinámica de péndulo ortodoxo-populista para explicar la alternancia política entre gobiernos populistas y ortodoxas en esta última década.
Es necesario tener en cuenta cómo repercute la restricción externa en la estructura productiva dela Argentina. Para principios de 1970, según Diamand (1972),el país contaba con un sector primario agroexportador que trabajaba a precios internacionales y con un sector industrial en proceso de industrialización que lo hacía a nivel de costos y precios mayores que el internacional. El autor aclara que los altos precios de la industria no se debían a su ineficiencia sino a la menor productividad de este sector frente al agro, el cual fijaba el tipo de cambio. Concluye que es el tipo de cambio fijado por el sector más productivo el que explica las pocas exportaciones industriales y desencadena el efecto dominó que conduce a las crisis argentinas.
Pero para comprender esto mejor, Diamand desarrolla más en profundidad algunos aspectos del caso argentino. El crecimiento de la economía, y sobre todo de la industria, exige cantidades crecientes de divisas, las que no pueden ser generadas por el propio sector (como sí sucede en otros países industriales), debido a que funciona a precios no competitivos en el sector externo. Por ese motivo, el abastecimiento de divisas para solventar el sector industrial depende del sector agropecuario, el cual puede estar limitado, como dice el autor, por problemas de demanda mundial y agreguemos, como se ha visto en el corto y en el largo plazo de la historia argentina, por las caídas de precios internacionales, factores climáticos y especulaciones de los sectores agroexportadores.
Este déficit del sector externo puede ser solventado con los créditos externos lo que conforma, según Damiand, un proceso “esencialmente inestable” ya que contribuye al déficit externo y, cuando se reduce la entrada de nuevos créditos, aumenta la desconfianza, el flujo de crédito se detiene e impacta en el mercado cambiario. En este punto, el Banco Central comienza a vender parte de sus reservas y, si la situación no se tranquiliza, deriva en una fuga masiva de divisas y su consecuente devaluación.
Esto da lugar a otra de las particularidades del caso argentino. En este país, la devaluación, dado que el precio de los productos industrializados está en valores muy superiores al de los internacionales, no provoca un aumento de las exportaciones, como sí pasaría en otros países. El aumento del tipo de cambio genera un aumento de los costos de todos los productos importados necesarios para mantener el funcionamiento de la industria, lo que se propaga a precios, dando lugar a lo que llama “inflación cambiaria” (Diamand, 1972, pp.4-5) que, como se puede observar, no proviene de un exceso de demanda con respecto a la oferta.
Esta inflación cambiaria tiene la particularidad de que se desarrolla en un marco de recesión porque provoca una caída de los salarios reales y conduce al déficit de presupuesto (por la baja de la actividad y por aumento de gastos estatales). A su vez, destaca que la recesión y la caída de la actividad interna producen una disminución de las importaciones y provocan una vuelta al equilibrio externo y en el mercado cambiario. De ahí la expresión en ingles stop and go tan utilizada para explicar los vaivenes del crecimiento económico argentino dependiente del desempeño del sector externo.
Diamand (1972) plantea soluciones a estos inconvenientes y considera que el dilema del problema externo está en que el sector agropecuario sirve de base al tipo de cambio lo que explica la falta de exportaciones industriales, debido a sus altos costos por el hecho de ser un sector con menor productividad.
Con respecto a este último punto, el autor desarrolla los distintos criterios que existen para determinar el tipo de cambio (Diamand, 1972), y repone el de la “paridad del poder adquisitivo” como el más adecuado para la estructura productiva desequilibrada de la Argentina (p.16). Este criterio parte de la suposición de que la relación entre los tipos de cambio, entre dos países, tienen que coincidir para que sus precios internos resulten iguales. Aunque este punto no es aplicable a todos los casos. Si se considerara un modelo proteccionista, el tipo de cambio no puede igualar los precios del sector exportador con los internacionales al mismo tiempo que lo hace con los del sector industrial. De esta manera, puede explicar la existencia de una “estructura múltiple de cambios” que responden cada uno a la paridad de cada sector (pp.14-16). Este aspecto, por ejemplo, permite entender la multiplicidad de tipos de cambios presentes en la Argentina en los últimos años (Dólar oficial, blue, Banco Nación, MEP, turista, mayorista, cripto, futuro, blend y contado con liquidación).
En este sentido, la estabilización del tipo de cambio al nivel del sector más productivo, en este caso el agro, tiene el objetivo de asegurar el principio de ventajas comparativaspero, al mismo tiempo, el desarrollo industrial en los países como la Argentina, implica el abandono de la lógica de las ventajas comparativas, lo que a fin de cuentas resulta en un contrasentido. Es debido a esto que en estos últimos años se ha visto el lanzamiento de, por ejemplo, un dólar soja, al que acceden los productores de esa oleaginosa al momento de liquidar la cosecha y que se ubica por encima del dólar oficial el cual es utilizado como referencia para las importaciones.
El gobierno de Mauricio Macri, que asumió en diciembre de 2015 podría pensarse dentro del marco de la ortodoxia económica. Su campaña se sostuvo en algunos de los aspectos que Diamand le adjudica a esta tendencia: la estabilidad de precios, el estímulo al ahorro, la generación de confianza en los capitales nacionales e internacionales, la libertad de precios industriales, de las cargas fiscales y de las tarifas del sector público. Por ejemplo, relacionado con la estabilidad de precios, la libertad de precios industriales y con el estímulo al ahorro, la plataforma electoral de Cambiemos para las elecciones del 2015, en el punto b) Desarrollo económico,afirmaba que “Buscaremos reducir paulatinamente la inflación y el déficit fiscal y desarmar las trabas que impiden a las familias y las empresas planificar sus decisiones de inversión, ahorro y consumo”. Con respecto a las cargas fiscales, se proyectaba “(…) una reforma tributaria equitativa y una reducción de impuestos distorsivos” (Plataforma Cambiemos, 2015).
Afirma que este tipo de propuestas suelen llegar en medio de crisis de balanzas de pagos y donde su principal respuesta está en los planes estabilizadores basados en la caída de los salarios reales y la recesión ya que alegan la necesidad de disminuir el déficit de presupuesto, bajar la liquidez monetaria y así frenar la inflación. Con respecto a esto, la plataforma electoral de Cambiemos afirmaba que “Para encaminar a nuestro país al desarrollo sostenible hace falta mucho más que ordenar la macroeconomía” y reconoce que es el primer paso, seguido por el shock en infraestructura y políticas para fomentar sectores y regiones específicas, para así “lograr el desarrollo económico” (Plataforma Cambiemos, 2015). Observemos que prácticas Diamand adjudica a esta etapa del movimiento pendular que se pueden rastrear en el gobierno de Mauricio Macri como se señala a continuación.
I) a. La fase ascendente del movimiento pendular ortodoxo
1) La devaluación:
Dice Diamand (1977) que los planes de estabilización, “(…) casi siempre, comienzan con una fuerte devaluación (…)” (p. 398). A diez días de haber asumido, el 16 de diciembre de 2015, el gobierno de Mauricio Macri eliminó el cepo, liberando el tipo de cambio, lo que implicó una devaluación de aproximadamente el 30% ya que la cotización oficial del dólar pasó de $9,75 a $13,95 (Rebossio, 2015, 17 de diciembre). Afirma que la devaluación con su consecuente inflación, debido a que esta es “deseada” y provocada con intencionalidad no es llamada “inflación” sino “retorno a la normalidad” o “retorno a los precios realistas” (p. 399). Ya en la plataforma electoral de Cambiemos se había hecho referencia a la que el “(…) gobierno buscará normalizar la economía y sentar las bases para el desarrollo a largo plazo” (Plataforma Cambiemos, 2015).
2) El aumento de los ingresos agropecuarios:
La idea de la devaluación es la de generar una mayor retribución del sector primario, que implicará, según los partidarios de estas políticas, una mayor producción exportable. Por eso, Diamand (1977) especifica que la estabilidad de precios tiene que darse en el nivel en el que el agro haya logrado “(…) recuperar la delantera en la distribución y hayan quedado atrás los salarios” (p.399). Más allá del aumento del ingreso debido a la devaluación (siempre una devaluación beneficia a quienes tienen sus ingresos en dólares), en su primera semana de gobierno Mauricio Macrihabía anunciado medidas como la eliminación de las retenciones impositivas al trigo, el maíz y la carne, incluido pesca, y una reducción de 5 puntos en la soja (“Macri confirmó”, 2015, 14 de diciembre) que se materializó en el Decreto 133/2015 “Derecho de exportación. Alícuota”.
3) La búsqueda de capitales extranjeros:
Explica el autor que los planes de estabilización esgrimen como meta principal la necesidad de atraer capitales extranjeros.Resultan en este aspecto significativas no solo la Ley 27.328 de “Participación Público Privada”, aprobada en el 2016, que buscaba atraer inversiones extranjeras en áreas como infraestructura, vivienda, actividades y servicios, inversión productiva, investigación aplicada e innovación tecnológica, sino también la resolución 1-E/2017 sobre el decreto 616/2005 que eliminó la restricción que obligaba a mantener en el país durante un plazo mínimo de 120 días el ingreso de capitales provenientes del exterior.
4) La recesión y la caída de los salarios reales:
Como el problema está en el sector externo, y en la disponibilidad de divisas, la búsqueda de la recesión es intencional ya que, por un lado, al mantenerse bajos los salarios se genera una reducción directa sobre el consumo de divisas (en clave de ahorro) y, por el otro lado, baja la producción industrial con su consecuente demanda de divisas (al bajar la importación de insumos). Por este motivo, la cantidad de moneda permanece constante o crece menos que el valor nominal del conjunto de los bienes, reduciéndose en términos reales. Con respecto al primer aspecto, si se toma la evolución del salario real (a partir del cálculo de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables – RIPTE) entre diciembre de 2015 ($1049,08) y diciembre de 2019 ($870,84) da una caída del 17% (Ministerio de Capital Humano, 2024). Sobre la recesión, si se toman los datos disponibles del Banco Mundial, se puede observar que el PBI cayó en 2016 un 2,1% con respecto al 2015 y si bien tuvo recuperación en el 2017 (2,8%) volvió a caer en al año siguiente (-2,6%) y en 2019 (-2%) (Banco Mundial).
5) Eliminar el déficit presupuestario:
Diamand (1977) explica por qué los gobiernos de este signo ponen tanto énfasis en eliminar el déficit de presupuesto. A pesar de una recesión, la existencia de déficit presupuestario puede generar una reactivación del consumo que aumentaría la producción. Debido a la restricción externa, al no poder importar los insumos precisos, sería necesaria una nueva devaluación con la consecuente inflación, la cual se califica de “cambiaria recesiva” y se origina, como se ha dicho, en el estrangulamiento en la provisión de divisas. Por esto, para evitar que la economía se reactive, es vital mantener el déficit cero (Diamand, 1977, p. 400). Más allá que el discurso sobre la eliminación del déficit presupuestario estaba presente en la campaña de Mauricio Macri, fue en el año 2018 -y cuando los 4 pasos anteriores se habían sucedido- que el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne anunció el “Plan de Déficit 0” en el marco de las negociaciones con el FMI (Quiroga, 2018, 28 de octubre).
I) b. El movimiento pendular ortodoxo antes de caer:
Si bien Diamand (1977) considera que la etapa ortodoxa del movimiento pendular esgrime la necesidad de un “sacrificio” para posteriormente sentar las bases del crecimiento y el despegue económico que beneficiarían al conjunto de la economía, afirma que en los hechos solo se hacen evidentes algunos éxitos que le adjudica al momento inicial del péndulo.
1) Baja de la inflación:
La inflación acumulada del 2015 había sido del 17,19%. Si bien desde mayo de 2016 se sucedió durante tres meses la baja consecutiva de la inflación mensual (hasta el 0,2%), la cual se mantuvo por debajo del 3% hasta diciembre de 2017, las inflaciones interanuales muestran que la del 2016 fue casi el doble con respecto a 2015 (29%) y que la del año siguiente bajó al 22,3% (Banco Central de la República Argentina).
2) Llegada de capitales del exterior:
A diferencia de lo que plantea Diamand (1977), sobre un inicio de resultados positivos en estos aspectos, hasta inicios del 2018 se estima que de cada u$s10 que ingresaron u$s8 tuvieron colocación de deuda y el resto lo conformaban las inversiones, lo que demostró el poco éxito del gobierno en la llegada de capitales del exterior (“En la era Macri”, 2020, 14 de mayo).
3) Reactivación la economía:
Diamand (1977) también entiende queen este momento inicial, luego de los efectos del plan de estabilización, hay una cierta reactivación económica. Como se puede observar según los datos brindados por el Banco Mundial, luego de la caída del PBI en 2016, hubo una recuperación del 2,8% en el 2017 con respecto al 2016, la cual no pudo sostenerse los años posteriores (Banco Mundial).
I) c. El descenso del movimiento pendular ortodoxo:
Superada esta etapa con ciertos resultados positivos Diamand afirma que en algún determinado momento se sobreviene una crisis de confianza, al sucederse las siguientes situaciones:
1) Flujo de capitales extranjeros:
Ya se ha especificado que el 20% de los dólares que habían llegado desde el inicio de la gestión de Mauricio Macri hacia inicios del 2018 lo habían hecho en calidad de inversiones, mientras que el restante 80% eran colocación de deuda. En este contexto, hacia fines de 2018 la aplicación del impuesto a la renta financiera a tenedores extranjeros provocó una fuga de quienes tenían activos financieros en pesos (Lebac) hacia el dólar. Esta estampida hacia la divisa norteamericana generó en un solo día, por ejemplo, que el Banco Central vendiera 1.471,7 millones de dólares, el valor más alto desde la salida de la convertibilidad (Álvarez, 2019, 25 de abril). Para poder mantener en el mediano plazo el tipo de cambio estable, el Presidente Mauricio Macri se vio obligado a anunciar la solicitud de un préstamo con el FMI.
2) Presión sobre la reserva de divisas:
No solo hubo una primera corrida sobre el dólar en el gobierno de Mauricio Macri que comenzó entre fines de abril y mayo de 2018 sino que para septiembre de ese mismo año se llevó adelante una devaluación de más del 100%, por la cual el dólar oficial pasó de los $20 a $41,94. Los primeros detalles de acuerdo con el FMI se conocieron en junio del 2018,fecha en la cual el Banco Central tenía 48 mil millones de dólares en sus reservas, 15 mil millones de dólares menos que a mediados de marzo (Álvarez, 2019, 25 de abril).
3)Crisis en el mercado cambiario:
A pesar de haber cerrado el año 2018 con el dólar en $39,30, a la baja con respecto a los picos de fines de septiembre ($42,10) y con una relativa tranquilidad, al año siguiente, en agosto de 2019, luego de las PASO, el dólar pegó un salto del 18%, al pasar de $46,55 a $57,30, para llegar a los $65 antes de las elecciones presidenciales de octubre (BCRA).
4) Fuerte devaluación:
Si se toma la cotización del dólar oficial desde el 25 de abril de 2018 ($20,50) y la del 10 de diciembre de 2019 ($62,75) se puede observar que su precio tuvo una variación de 206,10%. Además, durante toda la gestión de Mauricio Macri el alza del dólar totalizó un 550%, incluso más que la inflación acumulada para el mismo período, que fue de aproximadamente 300% (“El dólar”, 2019, 30 de diciembre).
El gobierno de Mauricio Macri dio lugar, transcurrida la “decepción”, al retorno del kirchnerismo, bajo la fórmula presidida por Alberto Fernández, cuyo gobierno puede ser tildado de “populista”. Su retórica coincide con los objetivos que cita Diamand (1977) para este tipo: redistribución progresiva del ingreso, pleno empleo y soberanía económica. Por ejemplo, la “Plataforma Electoral” del Frente de Todos para las elecciones del 2019 destacaba que “(…) se debe hacer foco en el crecimiento económico, la recuperación del mercado interno, el cuidado de los sectores en condiciones de mayor vulnerabilidad de nuestra sociedad y la generación de un excedente genuino de divisas a partir del fortalecimiento de nuestras capacidades productivas, innovadoras y exportadoras” (Plataforma Electoral, Frente de Todos, 2019).Además, el autor remarca que las influencias intelectuales suelen encontrarse en el modelo keynesiano de la economía, el nacionalismo económico, e incluso en el marxismo. Con respecto a esto, la plataforma electoral, consideraba que: “El Estado es el garante indispensable de los derechos de la ciudadanía, ocupando el centro de la escena para el bienestar de la sociedad a partir de la producción de bienes y servicios públicos” (Plataforma Electoral, Frente de Todos, 2019). Observemos aquellos puntos que Diamand le adjudica a esta fase del movimiento del ciclo.
II) a. Los objetivos en el movimiento pendular populista
1) Aumento de los salarios reales:
Dice Diamand (1977) que el primer objetivo de un gobierno de tipo populista es aumentar los ingresos populares –por aumentos nominales o beneficios sociales- entre los que se encuentran controles de precios, manejos del tipo de cambio y de las tarifas de servicios públicos, subsidios y créditos baratos. Si se toma la evolución del IPC y de los salarios entre enero del 2020 y abril de ese mismo año se puede observar que el segundo había recuperado algunos puntos (2% en febrero y marzo y un 0% en abril). Sin embargo, a partir de esa fecha empezó a estar por detrás de la inflación.1
2) El incremento de la actividad económica:
El segundo punto que destaca el autor es el de la búsqueda del pleno empleo de la capacidad productiva, a partir de la expansión crediticia y el déficit fiscal o del aumento de la mano de obra en puestos de administración pública, provincial y municipal. Debido a la crisis del COVID-19 no se pudo comprobar esta dinámica. Aunque cabe remarcar la recuperación del año 2021, que fue del 10,7%, y la del año siguiente que fue del 5%, rompiendo las tendencias a la baja de los años 2018, 2019 y 2020 (Banco Mundial).
3) Un empeoramiento de la situación del agro:
Más allá de los factores climáticos que repercutieron negativamente en este sector, un ejemplo del empeoramiento de la situación del agro es el Decreto 37/2019 que derogó el Decreto 793/2018, el cual fijaba el derecho de exportación en $4 por dólar exportado, dejando las retenciones en la soja en aproximadamente 30%. Posteriormente, en el marco de la Ley 27.519 de “Emergencia Alimentaria Nacional”, con el Decreto 288/2023 se creó el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino y se suspendieron las alícuotas diferenciales para harina y aceite de soja, que volverían a tributar al 33%. Por otro lado, puede tenerse en cuenta las restricciones a la exportación de carne vacuna con el objetivo de combatir la inflación que repercutieron en los ingresos de los sectores ganaderos (Melo, 2021, 19 de julio). Diamand (1977) explica que los gobiernos de tipo populista no proveen incentivos a la producción sino que para mantener bajos los precios de los alimentos atrasa el tipo de cambio frente al nivel de los costos, lo que hace que se retrasen las exportaciones agropecuarias.
4) Una política discriminatoria frente a los capitales extranjeros:
Diamand (1977) no solo destaca la política discriminatoria hacia los capitales extranjeros que desincentiva la inversión, sino que estas son marginales y se limitan a áreas de menor riesgo en empresas de poco capital intensivo. Entre las medidas que se puede considerar que afectaron a las inversiones extranjeras se encuentran el endurecimiento del cepo al dólar, heredado de la gestión de Mauricio Macri pero enfatizado durante la de Alberto Fernández con, por ejemplo, elimpuesto PAIS, un impuesto que gravaba la compra de moneda extranjera y la percepción del 35% sobre la compra de Dólar ahorro. Esto se puede interpretar como una de las causas por las que durante la gestión de Alberto Fernández la inversión extranjera, a mayo de 2023 había caído un 80% (Olmos, 2022, 14 de julio; Escobar, 2023, 5 de mayo).
II) b. La caída del movimiento pendular populista:
Luego de la primera etapa de los gobiernos populistas, Diamand (1977) afirma que se sobrevienen el desorden, la crisis de autoridad, el desborde sindical y una lucha por el reparto de los ingresos entre los diferentes sectores sociales. Posteriormente, las consecuencias del movimiento pendular populista son enumeradas de la siguiente manera.
1) La inflación:
La inflación acumulada durante el gobierno de Alberto Fernández, entre 2019 y 2023, fue de 1.020%, con promedio de inflación anual del 70% (Porcella, 2024, 12 de enero). Estas cifras lo colocan entre las inflaciones más altas en la historia argentina desde la experiencia hiperinflacionaria de Alfonsín desatada en 1989.
2) La caída global de la productividad:
Este tal vez sea el indicador menos presente en el gobierno de Alberto Fernández, por ejemplo, el sector PYME acumulaba una caída del 0,4% en diciembre de 2023. La evolución fue bastante dispar, ya que, por otro lado, el sector textil había experimentado un crecimiento del 4,6% en el mismo período (“Último dato”, 2023, 17 de diciembre).
3) El deterioro del presupuesto:
Debido a la pandemia del COVID-19, el déficit primario en el año 2020 fue del 6,5% del PBI y el financiero de 8,5% del PBI (Ministerio de Hacienda, 2021). Pero si se observan los números en los dos años siguientes (2021 y 2022) se hace evidente que el déficit fiscal se mantuvo, aunque con índices menores. Fue respectivamente del -3% y -2,40% sobre el déficit primario y del -4,5% y -4,20% sobre el financiero (Ministerio de Economía, 2022 y Ministerio de Economía, 2023).
4) El desabastecimiento:
Si bien el desabastecimiento no fue un problema crónico en el gobierno de Alberto Fernández, puede recordarse los faltantes de bebidas, arroz, fideos, aceite, productos de tocador y limpieza, sobre todo en supermercados mayoristas, que se observó antes de las elecciones presidenciales del 2023 (Donato, 2023, 20 de octubre).
5) La crisis de la balanza de pagos:
Entre el 2019 y 2023 hubo trimestres con saldo positivo en la balanza de pagos, principalmente hasta el año 2022. Posteriormente esa situación se revirtió debido a diversos factores como las condiciones climáticas adversas presentes sobre todo en el año 2023. El saldo exportable de ese año fue de u$s66.836 millones, unos 21 mil millones de dólares menos que el año anterior, lo que implicó que las reservas internacionales durante el año 2023 disminuyeran prácticamente en el mismo número (u$s21.675 millones) (Instituto Nacional de Estadística y Censos - INDEC, 2024).
Este escenario, sobre todo agravado en el 2023, dio el puntapié para que el movimiento pendular empezara nuevamente su etapa ortodoxa. Dice Diamand (1977):
(…) el nacimiento y el ocaso de los equipos económicos populistas están estrechamente asociados con las reservas internacionales. Surgen cuando la acumulación de reservas lo permite y duran el tiempo que aguantan estas reservas, más lo poco que pueden obtener de créditos externos. Cuando este sostén se acaba, caen (p. 397).
1Fuente propia elaborada con datos del INDEC. Resultados similares en Carrió (2023, 13 de abril).
El péndulo Diamand, entre la ortodoxia y el populismo. III) Vuelve la ortodoxia, Javier Milei (2023)
El gobierno que asumió en 2023, presidido por Javier Milei, puede considerarse de tipo ortodoxo. El Presidente hizo explicita la retórica del sacrificio necesario para ordenar la economía, que una vez superado permitirán el despunte de la economía. En su primer discurso presidencial, Milei había advertido: “Sabemos que a corto plazo la situación empeorará, pero luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo habiendo creado las bases de crecimiento sólido y sostenible en el tiempo” (“Milei pide”, 2023, 10 de diciembre).
Posteriormente, al inaugurar las sesiones ordinarias en el Congreso, señaló que “Firmamos un contrato electoral de esfuerzo y sacrificio porque 100 años de decadencia no se van a dar vuelta de un día para otro” (Casa Rosada, 2024, 1 de marzo).
El ciclo comenzó con la devaluación, al llevar el dólar oficial el 13 de diciembre de $366,45 a $800, lo que implicó una devaluación del 118%, siendo la tercera devaluación diaria más alta de la historia argentina (“Devaluación”, 2023, 14 de diciembre). Estará por verse si se mantienen aquellos éxitos iniciales de esta etapa. La disminución de la inflación parece cumplirse ya que, luego de llevarla al 25,5% en diciembre acumuló cinco meses consecutivos a la baja, con una leve subida de 0,4% en junio con respecto a mayo (INDEC).
Entre los intentos de beneficiar la afluencia de capitales del exterior se encuentra el Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones (RIGI) presente en la “Ley Bases”, mientras que la actividad económica todavía no parece arrojar números que permitan hablar de una recuperación. Pasada esta etapa habrá que ver si se sobreviene la crisis de confianza que provocará la crisis en el mercado cambiario y la devaluación.
Alcances y límites: la restricción externa en los estudios contemporáneos
Estos planteos de Diamand y otros estructuralistas latinoamericanos surgidos en la segunda mitad del siglo XX -que consideraban a la restricción externa como elemento explicativo clave para entender los límites del desarrollo argentino y de la región- fueron retomados al abordar el periodoinaugurado en el 2002, conocido comoposconvertibilidad. Entre los distintos análisis que reactualizaron estos planteos, se encuentran algunos que estudian el desempeño de la balanza de pagos y la evolución de las reservas internacionales, los que evalúan el desempeño de la industria y los que se concentran en los patrones de acumulación, entre otros elementos.
En uno de los análisis recientes de más largo plazo, Schteingart (2016) analiza para el período 1960-2013 las posibles determinantes de los problemas de restricción externa, teniendo en cuenta la evolución de la cuenta corriente y las variaciones del stock de reservas. Divide este largo plazo en tres periodos: el de la última fase de la industrialización dirigida por el Estado (1960-1975), el de la valorización financiera (1975-2001) y el de la posconvertibilidad (2002-2013).
Afirma que para el período que analiza Diamand, el que corresponde con el proceso de industrialización dirigido por el Estado, era efectivamente el déficit de cuenta corriente, causado por la estructura productiva desequilibrada, el que desataba la crisis de la balanza de pagos. Por este motivo, la cuenta capital y financiera tenía un rol más secundario. Para el período de valorización financiera plantea que, aunque la restricción externa va a estar presente, gana protagonismo la cuenta capital –prácticamente superavitaria en todo ese período- frente a una cuenta corriente deficitaria para todos los años, salvo excepciones. En los años de la convertibilidad el déficit en la cuenta corriente se solventó, en parte, con las privatizaciones de las empresas públicas (sobre todo 1991-1994) y, posteriormente, por endeudamiento externo, proceso que iba a volver vulnerable al país a los shocks externos.
Abeles, Lavarello y Montagu (2013) también creen que el financiamiento externo de la década de los setenta no redujo los problemas de la restricción externa sino que los agravó al sumar una nueva exigencia dentro del sector externo de la economía. A su vez, destacan que va a ir ganando más importancia dentro de la cuenta corriente de la balanza de pagos la remisión de utilidades y dividendos de las filiales de las empresas multinacionales al exterior y, por ese motivo, no creen que la inversión externa directa (IED) pueda ser un paliativo de la restricción externa, o en todo caso que solo actúa de esa forma en el corto plazo. En este sentido, Médici y Panigo (2015) concuerdan en las consecuencias que puede tener a largo plazo la IED y argumentan también que un porcentaje alto de las inversiones van a las actividades extractivistas, lo que refuerza las características estructurales de la región porque se hace sobre un sector que no implica un alto nivel de reinversión e incentiva, en consecuencia, al aumento de salidas de moneda extranjera. Lo mismo afirman Wainer y Schorr (2014) y agregan que Diamand ya había hablado de que las IED resultaban en un “paliativo transitorio” cuando no se canalizan hacia sectores que producen y/o ahorran divisas, sino a actividades extractivas, relacionadas con la explotación de recursos naturales o bien orientadas a servicios o bienes de consumo para el mercado interno con baja integración nacional (p. 11).
En un texto del año 2000, Basualdo y Kulfas estudiaron específicamente la fuga de capitales y su relación estrecha con el endeudamiento externo, los cuales consideran aspectos de un mismo proceso. A diferencia del período en el que Diamand escribe los textos citados, entre 1970 y 1977, estos autores afirman que hubo una escasa salida de capitales debido al predominio de la industrialización sustitutiva y un endeudamiento que solo tenía lugar cuando las importaciones superaban las exportaciones. Pero después de 1978 el aumento de la fuga de capitales “(...) está relacionado directamente con la interrupción del proceso sustitutivo y el predominio de la valorización financiera sentada sobre el endeudamiento externo” (p. 84). A diferencia de Wainer y Schorr, consideran que el sustento fundamental del plan de convertibilidad no es la incorporación de capital extranjero, que se radica en el país bajo la forma de inversiones directas, la cual es superada por la salida de capitales locales al exterior, sino en el dinamismo que asume el endeudamiento externo y la fuga de capitales locales (Basualdo y Kulfas, 2000, p. 94).
Como dice Wainer (2018), en la etapa de la valorización financiera, las consideraciones que utilizaba el sector externo para explicar el desarrollo económico habían desaparecido de la literatura argentina. Sin embargo, recibieron nuevo impulso con los desarrollos de Anthony Thirwall (1979) que luego fueron aplicados a estudios relativos a los balances de pagos en los países latinoamericanos durante las décadas de 1990 y 2000. Un ejemplo de esto es el análisis económico más técnico de Fugarolas Álvarez-Ude y Matesanz Gomez (2006) que utilizan este modelo keynesiano de restricción de la balanza de pagos de Thirwall con el objetivo de dar respuesta a dos cuestiones, el por qué del escaso dinamismo de la economía argentina en el período 1968-2003 y en las posibles causas de la crisis económica que se inicia en 1998. Afirman que el lento crecimiento económico de la Argentina desde finales de los sesenta tiene su base en el lento crecimiento de sus exportaciones en relación a su elasticidad de importaciones y, en un sentido parecido al que analizan Manzanelli, Barrera, Belloni y Basualdo (2014), que los periodos de crecimiento económico rápido impidieron en general apreciaciones de la moneda local y fuerte deterioro en la cuenta corriente, por lo que la devaluación se veía como una necesidad para equilibrar la cuenta corriente pues los precios relativos iban en contra de dicho equilibrio (Fugarolas Álvarez-Ude y Matesanz Gomez, 2006, pp. 18-19).
Con respecto a la devaluación, Manzanelli, Barrera, Belloni y Basualdo (2014), evalúan las causas que inciden en el proceso económico que culminó con la devaluación del tipo de cambio en enero de 2014, cuyo nudo de los problemas según estos autores se expresó en el estrangulamiento del sector externo. Si bien hay aspectos que tienen vigencia en la actualidad y son de suma relevancia, como el endeudamiento externo –clave en la crisis hiperinflacionaria y la crisis del 2001- dicen que lo que se inició en 2014 no se trató de una crisis tradicional en la balanza de pagos derivada de la “estructura productiva desequilibrada” como la que tuvo y tiene la economía argentina (p. 39).
Por otro lado, otros trabajos le dan importancia a procesos de acumulación de capital. Por ejemplo, Wainer (2018) estudia la restricción externa para el período kirchnerista (2003-2015) y su hipótesis es que las dificultades que empezó a sentir el sector externo de la economía argentina a fines de la década de 2000 no fueron resultado directo y unívoco de la crisis internacional, ni se debieron únicamente a políticas equivocadas del gobierno kirchnerista. Se trató de una combinación más compleja en la coyuntura con problemas estructurales no resueltos. Su trabajo, por ese motivo, presta atención a la inserción de la economía argentina en la división internacional del trabajo, a la dinámica de capitales extranjeros y a lógica de acumulación de los grupos económicos locales.
Similar a lo planteado por Diamand, Wainer (2018) entiende que el agro posee un peso central en el patrón de acumulación de capital a partir de su capacidad de proveer divisas y de protagonizar la fuga de capitales entre 2008 y 2011. Wainer y Schorr (2014) consideran que en la etapa de la posconvertibilidad el capital financiero tuvo poco peso en la provisión de divisas, tal como sucedía en el período de industrialización por sustitución de importaciones. Asimismo, entre las diferencias que destacan se encuentra el rol del capital extranjero que no produce para un mercado interno protegido ni aporta a la formación de proveedores locales y que el superávit comercial ya no es el que garantiza la acumulación de reservas. Por ejemplo, según estos dos autores, en el año 2004 se estancó el superávit comercial y el monto de reservas aumentó cuando hubo ingreso neto de capitales (2004, 2005, 2007 y 2010). Fue la fuga de capitales y los vencimientos de deuda los que a partir del 2008 frenaron la posible acumulación de reservas por el superávit comercial.
Otra diferencia con el período que estudia Diamand, lo pantean Manzanelli, Barrera, Belloni y Basualdo (2014)en lo que respecta a la composición de las exportaciones argentinas en la posconvertibilidad, las cuales ya no están fuertemente protagonizadas por productos agropecuarios, sino por productos industriales y manufacturas de origen industrial. Esto no implicó, por ejemplo, que el agro como el sector industrial exportador haya retenido sus exportaciones debido a las expectativas de devaluación.
Sobre los estudios que se concentran en la industria durante el período de posconvertibilidad, cabe destacar el de Perrone y Santarcángelo (2018) que abordan la dinámica productiva durante el período 2003-2014 en tres sectores que se consideran críticos: el sector energético, el automotriz y la electrónica de consumo. Estos han sido siempre deficitarios debido al alto componente de importaciones, tal como sucede en el caso de la industria automotriz, o porque la producción se destina al mercado local, como sucede en la electrónica de consumo. Además, afirman que en el último tiempo el sector de la energía se volvió deficitario por el aumento del consumo y de los precios internacionales.
En otro análisis sobre diversos sectores de la industria, Bekerman y Vázquez (2016) estudian el desarrollo de la industria argentina, y discriminan entre industrias de alta intensidad tecnológica, media intensidad tecnológica y baja intensidad tecnológica, con variables de volúmenes importados y exportados. Afirman que en todos los casos se advierte la dinámica estructural de la restricción externa, a pesar de los matices por agrupamiento, y la dependencia tecnológica que es característica de la industria argentina. En esa línea plantean que el desempeño de la industria argentina continúa descansando en sectores que no son los más dinámicos en pos de lograr un cambio estructural y destacan que los sectores de alta tecnología generan escaso valor local a la producción lo que aporta otra restricción a las posibilidades de la estructura.
Como se puede observar, gran parte de la literatura contemporánea sobre este tema coincide en que la restricción externa se debe un aspecto estructural del desarrollo económico argentino, relacionado con el desempeño deficitario del sector industrial.
Sin embargo, a pesar de coincidir en los planteos generales con lo que proponen Diamand y otros estructuralistas, algunos autores destacan que en el período de posconvertibilidad el proceso se profundiza por el déficit del sector energético (Schteingart, 2016; Abeles, Lavarello y Montagu, 2013; Wainer y Schorr, 2014; Perrone, Santarcángelo, 2018), por la incapacidad de la moneda nacional para actuar como reserva de valor, lo que genera fuga de capitales (Wainer y Schorr, 2014). Esto se combina con la remisión de utilidades del capital extranjero que afecta el nivel de reservas (Manzanelli, Barrera, Belloni, Basualdo, 2014; Wainer, 2018; Médici y Panigo, 2015), sumado a la puja distributiva y la concentración y extranjerización de la estructura económica (Manzanelli, Barrera, Belloni, Basualdo, 2014; Wainer, 2018).
Marcelo Diamand fue empresario, ingeniero y economista autodidacta. Su obra, producto de los análisis estructuralistas de la segunda mitad del siglo XX, resulta de gran utilidad para entender los principales problemas económicos que la Argentina enfrentó y enfrenta. En su trabajo sobre “El péndulo argentino” (1977), concluye que las dificultades de la economía argentina se deben:
(…) a un problema no resuelto de la balanza de pagos que lleva implícito (pero no exclusivamente), el de la falta de inversiones y que por una vía u otra aflora –según sea la tendencia gobernante- como un resultado inherente a la política que se aplica (p. 403).
Dice el historiador Reinhart Koselleck (2001) que los historiadores abordan la cuestión del tiempo de dos grandes maneras: en una línea de tiempo -perspectiva filosófica más propia de judíos y cristianos- o de manera circular -más presente en el caso de los griegos (p. 36). Los planteos de Diamand, que bien sirven para pensar tendencias o ciertos comportamientos del desarrollo político-económico argentino, conllevan un riesgo al invitar a una interpretación mecánica de la historia, descuidando, en consecuencia, un aspecto determinante para comprender el pasado: la singularidad histórica. Sus planteos, si se toman superficialmente, tientan a la simplificación bajo la clásica expresión “todo se repite” que a priori no permitiría evidenciar la singularidad de los hechos, al tiempo que invalidan toda posibilidad de ruptura en el movimiento cíclico. Hay que tener en cuenta, como dice Koselleck, que “(...) no solamente los acontecimientos repentinos y únicos llevan a cabo modificaciones; también las estructuras de larga duración –que parecen estáticas pero que también cambian- posibilitan las modificaciones” (Koselleck, 2001, p. 38).
Diamand (1977) reconoce que sus planteos pueden llevar a pensar la recurrencia en la Argentina de un ciclo de expansión-recesión con el movimiento pendular entre una economía típicamente ortodoxa y otra populista. Sin embargo, deja en claro que ninguna de estas dos políticas agotan sus posibilidades, ya que si se “(…) concentra el esfuerzo sobre el sector externo, que constituye el escollo del problema argentino (…), aparecen soluciones que permiten compatibilizar el afianzamiento del sector externo y de las inversiones con una razonable distribución y un mercado interno expansivo” (p. 404). En este sentido, considera que atacar el problema de la antinomia equilibrio externo-distribución -la razón del movimiento pendular ortodoxo-populista- es la única forma de detener su movimiento.
La búsqueda de patrones de comportamiento para ordenar los hechos del pasado resulta tentadora porque aporta posibles respuestas ante la angustia que produce la incertidumbre del futuro. Díaz Alejandro en Ensayos sobre la historia económica argentina (1975) había sentenciado la improbabilidad de que las leyes de la teoría económica pudieran explicar las fluctuaciones a corto y largo plazo de los precios y de la producción real en la Argentina, debido, entre otros factores, a los frecuentes cambios político-institucionales y a la complejidad de la economía semi-industrializada y, sugería un modelo desagregado y comprensivo para explicar el pasado y predecir el futuro (p. 361). Consideramos que con la misma consigna tiene que ser tomada la idea de péndulo de Diamand. El singular préstamo que el FMI le otorgó al gobierno de Mauricio Macri, la pandemia del COVID-19, la sequía del año 2023, entre otros acontecimientos, fueron elementos extraordinarios dentro de los movimientos pendulares generales que Diamand presentó y que pudimos comprobar. Tal como explica Koselleck (2001):
El gremio de los historiadores no pregunta sólo por lo que ocurrió en su unicidad, sino también cómo pudo suceder. En esta medida busca los motivos, cuya fuerza probatoria reside en su repetibilidad. La unicidad sólo puede ser hecha plausible por motivos cuando éstos se repiten (p. 39).
El movimiento pendular con su tendencia a la repetitividad tiene que servir no parasentenciar o predecir el futuro,en un acto de simplificación,sino para encontrar la singularidad y poder así comprender mejor la situación político-económica de la Argentina.
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